La abogacía de verdad, esa que se pone la toga y está como un clavo a las nueve en la puerta de los juzgados, amanece hoy con una ausencia que nos pesa a todos. Ha fallecido el compañero Pepe Muelas, a los 64 años, en la ciudad que más amó, su Cartagena. Se nos va un compañero y, sin embargo, amigo i maestro de todos; el abogado que convertía cada conversación en una clase de ciudadanía y cada discrepancia en una invitación a pensar mejor.
Quien le trató sabe que su biografía no cabe en una línea. Exdecano del Colegio de Abogados de Cartagena durante ocho años, se movía con naturalidad entre el foro,y la calle, entre el BOE y la plaza pública digital. Artífice de la llamada Brigada Tuitera y cofundador de la Red de Abogados y Abogadas de España, comprendió pronto que la profesión no podía quedarse cruzada de brazos cuando el acceso a la justicia se encogía. Por eso organizó, agitó, escribió, discutió y, sobre todo, explicó. Su autoridad venía de ese raro equilibrio entre competencia técnica y sentido común.
Quizá por eso aquel 27 de julio de 2017 su aviso sobre el agujero de LexNET no fue un gesto de estridencia, sino un servicio público. Señaló un fallo crítico, pidió que se corrigiera y forzó una conversación incómoda pero imprescindible: sin seguridad tecnológica no hay seguridad jurídica. Aquel día la plataforma se detuvo, el Ministerio debió reaccionar y la comunidad entendió que el expediente electrónico no es una promesa sin costes. José lo explicó sin adornos; la prensa técnica y las alertas de ciberseguridad lo documentaron con precisión. Hoy conviene recordarlo así: como quien aprieta el freno para evitar el accidente.
De él nos quedará también la defensa obstinada de la Justicia Gratuita y del Turno de Oficio. En una entrevista reciente, con su ironía habitual, resumió la paradoja de un sistema que obliga a servir sin garantizar condiciones dignas. Y lo dijo bien claro: “la abogacía de oficio, y también la procuradoría, es lo más parecido a los trabajos forzosos”. No era una boutade: era la forma más directa de exigir respeto para quienes sostienen, a pulmón, el derecho de defensa de los que menos tienen. Allí estaba también su último libro, Historias increíbles de un abogado de oficio, donde destiló tres décadas de pasillos y guardias en relatos que dejaban lo esencial: detrás de cada protocolo hay una persona. Y detrás de cada persona, un derecho.
Nos queda su manera de estar: la réplica afilada pero limpia, la valentía sin necesidad de estruendo, la fraternidad profesional que no pide uniformidad. Nos enseñó —a golpes de razón y de cariño— que la tecnología no es un fin, que el activismo no es una pose y que la abogacía no es sólo técnica: es servicio público. Y que las trincheras de la dignidad suelen ser incómodas, pero son las nuestras. Hoy Cartagena es un poco más pequeña sin su voz, y la abogacía española un poco más exigente gracias a su ejemplo. Que descanse en paz José, el compañero con el que se podía discutir de todo.
Con él tuve el placer de viajar diversas veces al Europarlamento de Bruselas, en defensa de los abogados del turno de oficio y de los alertadores de corrupción; con él tuve el placer de asistir, cada vez que desde ASPERTIC se lo pedíamos, a una de sus interesantes charlas que le hicieron ganarse el nombre de “El Decano de Internet”.
Y quiero acabar compartiendo una de sus pasiones secretas, su fascinación por la historia y especialmente la mesopotámica. Le encantaba hablar de los diversos códigos legales primigenios como el de Hammurabi y la cultura sabia que había detrás. Qué mejor frase para despedirlo que la que pronunicia Siduri, la cervecera de los dioses, a Guigamesh, el protagonista de la primera epopeya de la humanidad, en búsqueda de la inmortalidad:
“En cuanto a ti, Gilgamesh, llena tu vientre; vive alegre día y noche. Haz de cada día un banquete; baila y juega día y noche. Que tus vestidos estén limpios; lava tu cabeza, báñate. Atiende al niño que te toma de la mano; que tu esposa goce en tu regazo. Éste, y no otro, es el destino de los humanos”.
Es la lección de vida que también nos ha dejado Pepe Muelas.