La Comunidad de Madrid vive desde hace años una transformación profunda que, lejos de ser un fenómeno excepcional, es un proceso estructural y decisivo para su futuro: la presencia creciente de personas migrantes que trabajan, cuidan, consumen, estudian y sostienen sectores enteros de nuestra economía. Sin embargo, esa realidad, avalada por todos los datos disponibles, sigue siendo la más golpeada por los bulos y por un discurso político que utiliza a estas personas como chivo expiatorio de problemas que nada tienen que ver con ellas.
Por ello, desde UGT Madrid presentamos el informe “Desmontando prejuicios y estereotipos”, elaborado en el marco del proyecto Por un Trabajo Digno y financiado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y el Fondo Social Europeo Plus. Este documento no es un ejercicio académico más: es una herramienta para que la ciudadanía madrileña comprenda, con lenguaje claro y cifras precisas, qué papel desempeñan hoy las personas migrantes en nuestra región. Y la conclusión es inequívoca: sin ellas, Madrid no crecería, no sostendría su mercado laboral y no podría mantener su estructura social.
Un territorio que crece porque llegan nuevas vecinas y nuevos vecinos
A comienzos de 2024 Madrid alcanzó los 7 millones de habitantes. De ellos, 1,12 millones poseen nacionalidad extranjera y, si añadimos a las personas españolas nacidas fuera, la cifra asciende a 1,76 millones. Esto significa que una de cada cuatro personas que vive en Madrid tiene origen migrante. No es un dato marginal: es una característica definitoria de la región.
Entre 2021 y 2024, el 71 % del crecimiento demográfico se debió directamente a la llegada o asentamiento de población extranjera. La dinámica es clara: sin migración, Madrid perdería población y, con ella, capacidad económica y sostenibilidad del sistema público. Además, se trata de un fenómeno altamente feminizado: más de la mitad de las nuevas residentes eran mujeres, muchas de ellas incorporadas a sectores esenciales vinculados a los cuidados.
El informe también revela un elemento clave que suele quedar fuera del debate público: la migración rejuvenece una sociedad que lleva años acusando el envejecimiento. Esto significa que estas personas no solo contribuyen ahora, sino que garantizan el futuro demográfico, fiscal y social de la Comunidad de Madrid. Como organización sindical, no podemos permitir que esta aportación quede invisibilizada frente a relatos basados en el miedo.
El empleo madrileño solo se entiende con la aportación de las personas migrantes
La economía regional descansa sobre una fuerza laboral diversa, pero muy especialmente sobre el trabajo de quienes llegan de otros países. Casi una de cada cinco personas ocupadas en Madrid (19,7 %) es de origen migrante. Y más de la mitad del empleo creado entre 2021 y 2025 corresponde a personas extranjeras.
Es fundamental explicar estos datos con un lenguaje claro: no hablamos de sustitución, sino de complementariedad. Las personas migrantes se incorporan en sectores donde existe una necesidad estructural de mano de obra: hostelería, comercio, construcción, actividades administrativas y, de manera muy destacada, el trabajo doméstico y los cuidados.
La feminización del empleo extranjero es especialmente significativa. En el Sistema Especial de Empleados de Hogar, las mujeres migrantes representan más de la mitad de todas las afiliadas. Y su labor no es retórica: sostienen el bienestar diario de miles de familias madrileñas, permiten que otras personas puedan conciliar y hacen posible la atención de personas mayores o dependientes en una región que no ha invertido lo suficiente en servicios públicos de cuidados.
Cuando hablamos de derechos laborales, hablamos también de justicia social. No es aceptable que quienes garantizan la vida cotidiana de nuestra sociedad sigan afrontando precariedad, salarios bajos y un reconocimiento insuficiente. Defender sus derechos es defender los derechos de toda la clase trabajadora.
Aportan más de lo que reciben: desmontar el mito del “uso excesivo” de los servicios públicos
Otro de los bulos más extendidos es la supuesta presión desproporcionada que la población migrante ejerce sobre los servicios públicos. El informe demuestra lo contrario. Las personas nacidas en el extranjero representaron el 20,3 % de las visitas a Atención Primaria en 2024, a pesar de constituir casi el 24 % de la población. Es decir, usan menos de lo que les correspondería por su peso demográfico.
Lo mismo ocurre con las prestaciones sociales: el 17,5 % de las personas beneficiarias de rentas mínimas y el 22 % del Ingreso Mínimo Vital son extranjeras. Estas cifras están por debajo de lo esperable si se tiene en cuenta la mayor tasa de vulnerabilidad a la que se enfrentan. Lejos del discurso que pretende criminalizar la pobreza, los datos muestran que las personas migrantes aportan más de lo que reciben.
Pagan impuestos, cotizan a la Seguridad Social y contribuyen de forma directa a la sostenibilidad del sistema público. Quienes sostienen lo contrario no están defendiendo un modelo social mejor: están alimentando el odio y debilitando la convivencia.
Frente a los bulos, responsabilidad y palabra clara
Con la campaña #TrabajoLibreDeBulos, UGT Madrid reafirma una convicción: la convivencia solo es posible cuando la información es rigurosa y cuando la sociedad entiende que la igualdad de trato no es negociable.
Los bulos no son un problema anecdótico. Erosionan la cohesión social, justifican la discriminación y facilitan que algunos partidos construyan su estrategia política sobre la deshumanización. Por eso decimos con claridad que no podemos tolerar un discurso que criminaliza a quienes levantan esta región cada día. Desmentir falsedades no es solo una cuestión moral, sino de responsabilidad democrática.
Promover entornos laborales inclusivos, libres de discriminación y basados en el respeto es una tarea colectiva. La Administración debe garantizar políticas públicas que protejan los derechos de todas las personas trabajadoras y que impidan que la precariedad se convierta en un mecanismo de exclusión. Las empresas deben asumir su deber de igualdad y prevención de riesgos laborales sin excusas. Y como sindicato, seguiremos defendiendo derechos con la misma firmeza con la que combatimos los discursos de odio.
Madrid es diversa porque su población es diversa. Esa es nuestra fortaleza, no nuestra debilidad. Y frente a quienes siembran miedo, desde UGT Madrid seguiremos respondiendo con datos, con rigor y con la convicción profunda de que una sociedad justa se construye reconociendo y protegiendo a todas las personas que la hacen posible.
Laura Muñoz Ibáñez es secretaria de Políticas Sociales de UGT Madrid