“Vivir sin aire”: Céline Rodríguez Limón y el amor que desafía el dolor

19 de Octubre de 2025
Actualizado el 21 de octubre
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Céline la Wagemann 7776+
Foto cedida por Isabel Wagemann. 

En Vivir sin aire, Céline Rodríguez Limón transforma el duelo en palabra, y la palabra en memoria. Este libro no es solo una narración íntima sobre la maternidad en circunstancias extremas, sino una declaración de amor sin condiciones, una exploración profunda del cuerpo como territorio de lucha, y del alma como refugio de esperanza.

Marc, su hijo, es el centro luminoso de esta historia. Su cuerpo, intervenido por la medicina, se convierte en símbolo de resistencia, de belleza imperfecta, de amor absoluto. Céline nos invita a mirar sin prejuicios, a entender que la perfección no siempre se parece a lo que imaginamos, y que el amor verdadero no exige explicaciones.

La autora escribe desde la herida, pero también desde la ternura. Cada página es una vigilia, una respiración compartida, una forma de seguir siendo madre cuando el tiempo ya no acompaña. Vivir sin aire es un testimonio que no busca conmover por el dolor, sino por la fuerza que nace de él: la resiliencia, la aceptación, la capacidad de reinventarse.

Esta entrevista es una extensión de esa voz: la de una mujer que aprendió a cuidar sin descanso, a mirar sin miedo, a escribir sin adornos. Céline Rodríguez Limón nos recuerda que hay amores que no necesitan aire para seguir vivos. Solo verdad. Solo memoria. Solo amor.

F: El cuerpo en el libro parece tener mucha importancia. ¿Cómo se refleja lo que vive tu hijo en su cuerpo y en tus emociones como madre?

C: El cuerpo de un hijo es lo primero que miras cuando nace. Lo recorres buscando señales de perfección, convencidos (por ese ego ancestral que arrastramos) de que la vida debe regalarte un ser completo, sano y hermoso. Queremos hijos perfectos: preferiblemente de ojos claros, fuertes, destinados a triunfar. Pero la perfección se rompe. El cuerpo de mi hijo dejó de ser “perfecto” porque su respiración se sostenía gracias a una traqueostomía y su alimentación durante mucho tiempo estaba vinculada a una gastrostomía. Tuve que entender lo que significa que mutilen a tu hijo para salvarlo.

Es una paradoja que se hace soportable. Hay miedo a no saber cuidarlo, al juicio de los otros. Hay miradas que pesan, que interrogan sin palabras. En la calle, la gente clavaba su mirada en el cuello de mi hijo y en ese segundo de más entiendes el estigma.  Mi hijo con su traqueo, con su gastro era perfecto, así lo era para mí.

F: Aunque el libro nace del dolor, también hay momentos de luz, de fuerza, de vida. ¿Qué esperas que los lectores encuentren en él más allá del sufrimiento?

C: Aceptación. Superación y resiliencia. “Quien tiene un porqué para vivir, soporta casi cualquier cómo.”

F: El título habla de “vivir sin aire”. ¿Qué significa eso para ti como madre de alguien que también lucha por respirar, en cuerpo o en alma?

C; Significa que literalmente no podía dejar de vigilar a mi hijo. Día y noche. No podía fallar, no podía distraerme, tampoco olvidarme de algo. Ser madre en estas circunstancias es estar alerta constante, sosteniendo la vida de alguien que depende de tu cuidado, mientras no puedes cuidar de la tuya propia.

F: ¿Cómo cambia la forma de ser madre cuando se escribe desde el dolor?

C: La experiencia de ser madre, perder a tu hijo y escribir sobre ello ha sido abordada por varias escritoras, y cada una tiene un enfoque distinto del duelo, según su estilo, contexto y personalidad, y así sucede también con las madres. Ser madre no termina con la muerte de un hijo. En mi experiencia, después de casi once años dedicados día y noche a cuidar de un niño con dependencia, tuve que desaprender ese rol para recuperar mi propia identidad. Alejarse es necesario para volver a ser funcional, pero el sentimiento de madre nunca desaparece: permanece, para siempre, como parte de ti.

F: ¿Hubo alguna parte del libro que te costó mucho escribir por lo que te hacía sentir?

C: Me costó especialmente revivir los primeros momentos, los más catárticos: la aceptación de la enfermedad, el cambio de vida, la ruptura de pareja, la reconstrucción de mi nueva identidad… Ese sufrimiento había quedado sellado, como un pacto silencioso con la vida. Desenterrar recuerdos tan dolorosos en Barcelona, durante mis primeros pasos como madre viviendo sola con mi hijo, fue muy difícil.

F: ¿Cómo decidiste qué contar y qué guardar cuando escribías sobre alguien tan cercano?

Hay aspectos de la enfermedad que causaron mucho sufrimiento a mi hijo, pero, por respeto a su memoria, no los detallo. Este libro es una carta para Marc, en la que él se convierte en protagonista de su propia historia. No quería empañar su vida con ajustes de cuentas, acusaciones o detalles escabrosos. La memoria de mi hijo debía ser justa y reivindicativa, y transmitir un mensaje contundente: el amor es un sentimiento inmensamente poderoso.

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