En un nuevo informe dirigido a las economías avanzadas, WWF advierte de que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad están socavando rápidamente los cimientos del mercado global de seguros. Esto está provocando un aumento de las pérdidas económicas derivadas de fenómenos meteorológicos extremos y está ampliando la denominada brecha de protección aseguradora, es decir, la parte de los daños que no están cubiertos. Esta exposición financiera no sólo amenaza a hogares y empresas, sino también a los presupuestos públicos y a la estabilidad económica.
El seguro es una pieza esencial de las economías modernas, ya que protege los activos, facilita la inversión y respalda la recuperación tras los desastres. Sin embargo, el aumento de las inundaciones, las sequías, los incendios y las tormentas, junto con la pérdida de defensas naturales como los bosques y los humedales, está provocando que los seguros sean cada vez más caros e incluso inaccesibles.
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, los costes globales por catástrofes ascienden ya a 2,3 billones de dólares anuales, lo que incluye pérdidas indirectas y daños a los ecosistemas. Solo el año pasado, Estados Unidos gastó cerca de un billón de dólares en costes climáticos, mientras que la Unión Europea perdió 43 000 millones de euros por olas de calor, sequías e inundaciones.
En las principales economías, los mercados aseguradores están mostrando graves signos de tensión.
En Estados Unidos, las primas de los seguros de vivienda han subido un 38 % desde 2019 y, en 18 estados, el negocio ha dejado de ser rentable.
En Europa, solo el 20 % de las pérdidas por catástrofes están aseguradas y la brecha de protección sigue aumentando.
En Australia, una de cada seis familias destina ya más de un mes de ingresos al pago de su seguro.
En conjunto, las pérdidas aseguradas por catástrofes naturales —mayoritariamente vinculadas al clima— aumentan entre un 5 % y un 7 % anual, según Swiss Re.
A medida que las aseguradoras suben las primas, restringen las coberturas o se retiran de regiones de alto riesgo, los gobiernos se ven obligados a actuar como aseguradores de último recurso, lo que ejerce una enorme presión sobre los presupuestos públicos. La reconstrucción de la región del Ahrtal en Alemania tras las inundaciones (30 000 millones de euros) o las ayudas a los agricultores españoles por la sequía (2200 millones en 2023) son ejemplos claros. En Estados Unidos, el Gobierno destinó 110 000 millones de dólares en 2024 en ayudas por huracanes y tornados.
"Las pérdidas y daños crecientes causados por los fenómenos extremos que están poniendo en jaque al mercado de seguros se deben tanto al aumento de las temperaturas, como a la destrucción de los ecosistemas que nos protegen", afirmó Kirsten Schuijt, directora general de WWF Internacional. "Los bosques, los manglares y los humedales son esenciales para reducir el impacto devastador de estos fenómenos y deben situarse en el centro de las estrategias de resiliencia que mantengan las regiones asegurables".
Por su parte, Laurence Tubiana, enviada especial para Europa en la COP30, advirtió: "La brecha de protección aseguradora deja a millones de personas expuestas a fenómenos meteorológicos extremos. Con más de la mitad de las pérdidas climáticas sin asegurar a nivel mundial —y más del 90 % en los países en desarrollo—, ya no se trata sólo de un problema del mercado asegurador, sino de una amenaza sistémica para el bienestar, la resiliencia económica y la estabilidad financiera".
WWF subraya que los gobiernos y los reguladores financieros deben abordar las causas fundamentales, es decir, el cambio climático y la pérdida de naturaleza, si queremos que nuestras sociedades sigan siendo asegurables.
La organización insta a los responsables políticos y financieros a realizar una evaluación integral y prospectiva de riesgos y resiliencia, que incluya pérdidas directas e indirectas, para orientar las decisiones fiscales y de política pública; reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y revertir la pérdida de naturaleza para estabilizar los riesgos a largo plazo y mantener la asegurabilida; incorporar la naturaleza como elemento central de las estrategias de resiliencia y adaptación, reconociendo su valor protector y coste-efectivo; reforzar la supervisión regulatoria y macroprudencial para alinear los sistemas financieros con marcos de resiliencia a largo plazo, e impulsar incentivos de mercado que reduzcan la brecha de protección y fomenten la prevención.
Las soluciones basadas en la naturaleza ofrecen una protección potente y rentable
En Suiza, por ejemplo, se estima que los bosques aportan un valor de 4.000 millones de francos suizos (4.500 millones de dólares) anuales en prevención de inundaciones, lo que los hace hasta 25 veces más eficientes que las infraestructuras artificiales.
El informe de política de WWF se ha elaborado con la participación de un grupo asesor compuesto por representantes del sector asegurador, la academia y la sociedad civil. El informe completo se publicará a comienzos de 2026 e incluirá un análisis detallado de las tendencias del mercado asegurador y recomendaciones de política para Europa, Reino Unido y Estados Unidos.
En los últimos años, las compañías aseguradoras han incrementado su presencia en la COP a través del Global Sustainable Insurance Summit celebrado en la House of Insurance. Este creciente compromiso coincide con un contexto en el que las políticas climáticas basadas en la ciencia enfrentan crecientes presiones, lo que representa una amenaza significativa para el negocio de catástrofes naturales.