La coherencia no es algo de lo que se pueda jactar Pedro Sánchez. Unos días piensa una cosa y al siguiente cambia radicalmente porque eso le beneficia políticamente. Eso fue lo que sucedió con el Sáhara Occidental, donde rompió, no sólo la posición histórica de España respecto a la ocupación ilegal del territorio, sino que violó gravísimamente el posicionamiento de su propio partido. En los congresos del PSOE siempre hubo presencia saharaui… hasta el 40 Congreso, cuando sorprendió la ausencia de representantes del Sáhara Occidental. Meses más tarde, Pedro Sánchez dio un giro radical y se posicionó, espionaje con Pegasus de por medio, como el más ferviente defensor de Mohamed VI.
Hoy se está celebrando en el Palacio de la Moncloa una cumbre de alto nivel con Marruecos, una fiesta diplomática para Pedro Sánchez que desde su propio gobierno le han reventado.
La política exterior española volvió a tensarse este martes cuando la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, lanzó un mensaje inequívoco en defensa del Sáhara Occidental justo en el mismo día en que España y Marruecos celebraban su XIII Reunión de Alto Nivel (RAN). En un vídeo difundido en redes sociales, la líder de Sumar proclamó: «No vamos a ceder un centímetro de tierra saharaui», una afirmación que coloca una vez más el foco sobre el giro diplomático impulsado por Pedro Sánchez en 2022.
Díaz leyó, además, un poema del escritor saharaui Liman Boisha, un gesto simbólico que refuerza la defensa del derecho a la autodeterminación y distancia a Sumar de la posición oficial y unipersonal del presidente del Gobierno. El vídeo concluye con una declaración deliberadamente política: «Hoy y siempre, viva el Sáhara libre».
La publicación coincide con la RAN que tiene lugar en el Palacio de la Moncloa, encabezada por Pedro Sánchez y a la que asisten seis ministros, ninguno perteneciente a Sumar. El detalle no es menor: la formación de Díaz ha sido uno de los mayores críticos internos del reconocimiento, por parte de Sánchez, del plan autonomista de Marruecos para el territorio saharaui, un cambio de postura que provocó un terremoto político en España y fue aprovechado por la oposición para acusar al Ejecutivo de opacidad.
Ese reconocimiento, formalizado en abril de 2022, supuso romper con décadas de neutralidad española en un conflicto que se prolonga desde 1975. El plan de autonomía de Rabat ha ido ganando legitimidad internacional, especialmente tras la resolución aprobada el 31 de octubre por el Consejo de Seguridad de la ONU, que calificó una «autonomía genuina» como «el resultado más factible» para el futuro del Sáhara Occidental. Esta valoración ha sido interpretada por Marruecos como un espaldarazo diplomático y por Argelia y el Frente Polisario como una desviación peligrosa del marco del referéndum pendiente.
El contraste entre la postura oficial y unipersonal de Sánchez y el discurso de Yolanda Díaz vuelve a evidenciar la fractura interna dentro del Gobierno español en materia de política exterior. Mientras La Moncloa mantiene su apuesta por reforzar las relaciones estratégicas con Marruecos, Sumar insiste en reivindicar el compromiso histórico y moral de España con el pueblo saharaui.
En un momento en que las potencias globales recalculan su influencia en el norte de África, y cuando la geopolítica del Magreb vuelve a colocarse en el centro de la agenda europea, las palabras de Díaz no solo desafían la línea diplomática de Sánchez: también introducen un nuevo elemento de presión política en un gobierno de coalición que afronta un ciclo de desgaste. La cuestión es que la razón está del lado de Yolanda Díaz, jamás en el de Sánchez. Habrá que ver si el ego puede aguantarlo.