Nada es blanco o negro, la escala de grises es tan amplia como inabarcable. Así son los humanos por mucho que ahormen una imagen pública acorde con sus intereses personales ajena a la real. El político está constantemente expuesto al examen de la ciudadanía, así es y así debe ser, su puesto de trabajo no es más que el refrendo democrático del deseo de los ciudadanos expresado a través de las urnas. Pero una cosa es la apariencia que se quiere dar y otra la verdad que sale a relucir de los hechos de la refriega política en el duro día a día. Esto es lo que le ocurre al presidente de la Junta andaluza, Juan Manuel Moreno Bonilla, cada vez que debe responder a las preguntas de los portavoces de la oposición política en los controles parlamentarios periódicos a su gestión.
Pese a estar perfectamente pertrechado en cada paso que da, ya sea en la calle o en actos oficiales, de sus más cercanos y fieles asesores, que se vuelcan desinteresadamente en colaborar con su primer libro, Manual de convivencia, publicado recientemente, Moreno Bonilla es un ser humano, con todo lo que ello conlleva, con sus miserias y sus virtudes. Y precisamente entre sus virtudes no se halla la tolerancia, por mucho que quiera enarbolarla como santo y seña de un mantra ideológico cuya fachada sufre muchos desconchones, entre ellos el de un machismo chirriante que asoma cada vez que una dirigente política lo pone ante el espejo.
Moreno Bonilla ha mostrado este jueves en el Parlamento de Andalucía su versión machirula y de perfecto señoro sin ambages, sin dobleces, por mucho victimismo que él, los suyos y sus medios afines antepongan en su defensa con golpes de pecho y dándole la vuelta al calcetín, muy propio por cierto del manual del perfecto machista. En esta ocasión, las víctimas han sido, cómo no, las portavoces de PSOE y Por Andalucía, María Márquez e Inmaculada Nieto, respectivamente, dos habituales en sus invectivas de este cariz, que no por cotidianas se achantan ante sus embestidas.
No es un cariz nuevo en el líder indiscutible del PP andaluz, pero sí ha quedado evidenciado con mayor claridad ante la opinión pública. El escándalo sanitario más importante de la historia de Andalucía, con el cribado fallido en al menos 2.317 mujeres afectadas, ha sacado de su zona de confort al que las encuestas ‘cocinadas’ por el departamento de su número dos y también ahora consejero de Sanidad, Antonio Sanz, dan como el político andaluz mejor valorado.
Moreno Bonilla lo tenía todo perfilado desde la vuelta de vacaciones para articular un calendario implacable que lo llevara antes del próximo verano a revalidad una nueva mayoría absoluta con el PP, un hito histórico que logró en junio de 2022. Pero el escándalo de los cribados ha hecho saltar por los aires todos sus planes y también al hombre moderado, centrado y defensor de la “convivencia”, que ha logrado hasta ahora articular una imagen dentro del PP bien distinta a su colega madrileña, Isabel Díaz Ayuso, o incluso al dimitido Carlos Mazón en la Comunidad Valenciana. En apariencia, solo en eso.
A los machirulos no les gusta debatir con mujeres. https://t.co/mU19M1PzgH
— María Márquez (@MariaMarquez_R) November 13, 2025
Quien siga semanalmente las intervenciones del presidente andaluz en los plenos parlamentarios puede comprobar que no se arruga un ápice ante las descargas que recibe a izquierda y derecha por Vox, PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía. Pero también se evidencia que no trata por igual en sus respuestas a hombres que a mujeres, sean estos del espectro ideológico que sean. No debate igual, con el mismo tono, con el portavoz de Vox, Manuel Gavira, o el de Adelante Andalucía, José Ignacio García, que con las de PSOE, María Márquez, o de Por Andalucía, Inamculada Nieto. El tono sobrado y condescendiente es habitual y chirría cuando intentar argumentar una respuesta con coherencia.
"Te estás volviendo una antigua. Yo propongo debatir con Pedro Sánchez. El señor Jiménez ya le ha dicho lo que tiene que decir".
— Ramón López 🏳️🌈🔻 (@RamonLopez_G) November 13, 2025
El tono de señoro y el machismo de Moreno Bonilla hacia @MariaMarquez_R es intolerable. pic.twitter.com/ve9ZNzaSln
Pese a que indudablemente es el dirigente andalucista de izquierdas el que más lo saca de sus casillas y lo lleva al límite de su templanza aparente, no es García con quien tuerce el gesto y agría más sus respuestas. Son indudablemente Márquez y Nieto las receptoras de sus comentarios con tono más despreciativo, las que deben soportar un inaceptable mansplaining que, día sí día no, despliega ante la jactancia de la bancada de su grupo, que acoge la machirulada de turno con sonoras risotadas y no escasos aplausos.
La “explicación dada por un varón a una mujer en tono condescendiente, presuponiendo de forma injustificada desconocimiento de la cuestión por parte de esta” de la que Moreno Bonilla ha vuelto a hacer uso este jueves con la portavoz socialista no es nueva. El presidente andaluz ya tiró de este tic machista tipificado como tal nada más tomar posesión Márquez de la portavocía socialista en el Parlamento andaluz. Fue ella la que tuvo que recordarle la existencia del llamado ‘mansplaining’. La Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), asesorada por la RAE, propone como alternativa en español la palabra "machoexplicación".
Entre sus virtudes no se halla la tolerancia, por mucho que quiera enarbolarla como santo y seña de un mantra ideológico cuya fachada sufre muchos desconchones, entre ellos el de un machismo chirriante que asoma cada vez que una dirigente política lo pone ante el espejo
A tenor de lo visto este jueves en la Cámara autonómica, Moreno Bonilla no quiso aprender entonces la lección de manos de la dirigente socialista y ha vuelto a caer a las primeras de cambio en el mismo error de machirulo de primer grado cuando le espetó: “No se preocupe, el señor (Mario) Jiménez ya le ha dicho lo que tiene que decir”.
Moreno Bonilla, el hombre tranquilo, sosegado, moderado y artífice de la “vía andaluza”, sea lo que sea eso, aún no ha aprendido que no hay nada más rancio y machista que echar mano de la clásica frase “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Esa lección de primero de Igualdad aún no ha llegado a su Manual de convivencia. Habrá que esperar una nueva entrega cuando sus más estrechos colaboradores dispongan de un hueco en sus apretadas agendas para hacer de él ese hombre moderado, centrado, sosegado y tolerante que quiere aparentar ser. Cuando, a las primeras de cambio, queda desnudo ante el espejo y muestra su verdadero rostro.