La implosión parlamentaria de Mañueco y el inicio anticipado de la campaña

El derribo de los Presupuestos de Castilla y León para 2026 no es solo un episodio administrativo: es la certificación de que Alfonso Fernández Mañueco ha perdido el control político de la legislatura que él mismo convocó hace dos años para reforzarse

21 de Noviembre de 2025
Actualizado a las 10:11h
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La implosión parlamentaria de Mañueco y el inicio anticipado de la campaña
Feijóo y Mañueco en una imagen de archivo

La votación —47 contra 33, con una oposición insólitamente amplia que une a PSOE, Vox, UPL-Soria Ya y parte del Grupo Mixto— no expresa un acuerdo programático, sino un consenso negativo: Mañueco ya no tiene mayorías posibles. El presidente intentó convertir la debacle en un acto de victimismo institucional, alertando de una “gran coalición” entre PSOE y Vox que solo existe en su narrativa.

Pero que Vox tumbe las cuentas del PP en la comunidad donde fueron socios de gobierno hasta hace unos meses es menos una anomalía que la consecuencia directa de la erosión mutua desde la ruptura. Vox no ha querido salvarle los presupuestos porque entiende que ya no tiene nada que ganar protegiendo al PP; y Mañueco, que confiaba en su abstención por inercia, ha descubierto que gobernar en minoría exige negociar, una palabra que pronunció tarde y sin convicción. La foto real es otra: el Parlamento rechaza por primera vez unos presupuestos autonómicos en Castilla y León. Y lo hace a cuatro meses de las elecciones. La prórroga presupuestaria no es solo un inconveniente: es el recordatorio visible de que el presidente no manda ni sobre su propio calendario.

El golpe simbólico es mayor que el contable. El contraataque del PP —aplauso largo, épico y un punto funerario— tampoco ayudó a disimular la escena. Como le dijo la portavoz socialista: sonó a despedida. Porque el mensaje que se instala es que Mañueco no solo no ha sabido sumar apoyos, sino que ha conseguido algo más difícil: unir a todos sus adversarios en su contra. Vox aprovechó la ocasión para ajustar cuentas. Le recordó al presidente aquel papel arrugado con las propuestas que el PP rechazó, en una metáfora perfecta de la ruptura. Le acusó de soberbia y de no negociar “como sí hace su partido en otras autonomías”. La frase clave del portavoz, David Hierro, resume la situación: “El único culpable de lo que pasa aquí es usted”.

Vox no pretende gobernar la Comunidad; pretende castigar al PP y reposicionarse electoralmente. El PSOE, por su parte, percibe una oportunidad histórica: proyectar la caída presupuestaria como el preludio del declive personal de Mañueco. “La Comunidad tendrá en marzo los presupuestos que se merece y no será de su mano”, sentenció Patricia Gómez, en un anticipo de un relato electoral nítido: Mañueco ha agotado su ciclo. Porque esto no va de presupuestos: va de autoridad. Va de fin de etapa. Y va, sobre todo, de una legislatura que se agota encerrada en sí misma, incapaz de articular mayorías, atrapada en un duelo interminable con su antiguo socio y con un presidente que confía en que las urnas le devuelvan la estabilidad que perdió cuando rompió con Vox. La campaña ha empezado. Y lo ha hecho con Mañueco votando contra sí mismo sin darse cuenta.

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