Se atribuye, y al parecer erróneamente, al líder chino Zhou Enlai durante una visita de Nixon en 1972, una curiosa sentencia que venía a decir que todavía era muy precipitado hacer una valoración de la Revolución francesa. Tal vez la afirmación nunca fue dicha, pero en cualquier caso sería muy propia de un dirigente chino con fama ellos de prudentes, ponderados, pacientes y discretos. Desde luego siempre muy lejos del histrionismo y la teatralidad de los actuales líderes occidentales. Porque tengo la sensación de vivir tiempos interesantes para mi desgracia, ya que siempre he amado la tranquilidad y el buen juicio.
Comunicadores en youtube, presentadores de noticiarios televisivos, políticos de todo pelaje, diplomáticos o ministros, todo el mundo parece transmitir que estamos pasando por momentos decisivos, que sufrimos acontecimientos irreversibles y que tal o cual sentencia, esta o la otra decisión, conducirá inevitablemente a la salvación o al caos. Desde la ruina de Europa a la ruptura de España, desde un golpe de Estado de la judicatura contra la democracia española a una inminente tiranía sanchista, desde un inevitable apocalipsis nuclear a la invasión rusa de Europa, desde que vamos a ser reemplazados por una inmigración descontrolada que además provocará una gigantesca ola de delincuencia a un advenimiento del fascismo revitalizado.
En fin, debe de ser el estilo comunicativo actual en busca de audiencias. O a lo peor es verdad y estamos al borde de la desaparición de nuestra especie abrasada en el calentamiento global. Imagino que no existirá una causa única, pero tal vez esta constante excitación se encuentre en la base de una especie de desazón general que está haciendo aumentar exponencialmente todos los problemas de salud mental. Y formando parte inevitable de toda esta incertidumbre y confusión se encuentran los profetas que anuncian la llegada de las dictaduras tecnológicas para controlar el caos, como en el siglo pasado hicieron los hombres de bigotito pequeño (Hitler) o de bigotazo grande ( Stalin).
La verdad es que cuando ocurren acontecimientos históricos verdaderamente decisivos la gente común y corriente no se suele dar cuenta. El hundimiento del Imperio Romano desde luego fue un acontecimiento decisivo que se prolongó durante décadas. ¿La gente se percató de lo que estaba pasando? Pienso que no demasiado mientras sucedía, aunque visto al correr del tiempo el mundo medieval y el romano se diferenciaron muchísimo. Pero mientras tanto, en China no tuvieron Edad Media al ser éste un concepto de la cultura occidental.
De los bosquimanos ni hablamos. La peste negra de 1348 fue otro momento decisivo en Europa, casi el fin del mundo medieval al debilitar a los señores feudales y a la Iglesia , fortaleciendo el poder de los reyes y favoreciendo la llegada del humanismo. Nadie se percató del decisivo cambio que suponía la enfermedad, sólo que la gente se moría a miles. Y los cambios se produjeron, de nuevo durante años, paulatinamente ,a lo largo de dos siglos ¿ Se percataron los Reyes Católicos o aquellos nobles de la Monarquía Hispánica que no descubrieron América sino que cambiaron para siempre el mundo dando paso a una primera globalización, es decir, crearon un mundo nuevo? Los británicos, sin duda, no se dieron cuenta de que estaban poniendo fin a un siglo entero de dominación global cuando en 1914 entraron en la Primera Guerra Mundial.
La caída definitiva no se produjo hasta 1945. De hecho siguen sin darse cuenta de que ya no son una gran potencia. Sólo un poco molesta. Sin más. En cambio, las penurias de la Segunda Guerra Mundial propiciaron los cambios necesarios para corregir los excesos del capitalismo salvaje en el mundo occidental. Algo es algo. Insuficiente desde luego, porque el colonialismo sobre el resto del mundo perduró.
Puede ser que vivamos realmente tiempos interesantes y decisivos. Los cambios en la actualidad parecen producirse más rápido que en pasados siglos. Hemos tenido, en pocos años crisis económicas como las que asolaban el bajo Imperio Romano, pandemias ( estas de diseño) como las del siglo XIV para agravar la crisis previa provocando estanflación y guerras globales con muchas víctimas locales por los recursos energéticos. Por ahora nada nuevo bajo el sol de la Historia si exceptuamos la omnipresente, cansina y burda propaganda.
Porque lo que define que un tiempo sea " interesante" no son las desgracias sino las posibilidades de cambio que se abren. Un nuevo humanismo ni está ni se le espera. La amenaza de un total control material y cognitivo de la población parece una amenaza real con la excusa de protegernos de algún peligro exagerado o imaginario y buscando siempre esquilmar riqueza de donde se pueda y desviarla a unas élites globalizadas. Y quizás la Pandemia de Covid-19 haya sido el momento más decisivo, el gozne fundamental para los oligarcas tecnofuturistas actuales pues se dieron cuenta de lo fácilmente que las gentes son manipulables con los medios y la propaganda adecuada.
Aunque recordemos que muchos países ajenos a nuestras "democracias libres y felices", es decir, fuera de ese " jardín" del que hablaba el poético Borrell, se apartaron de las manipulaciones pándémicas y de los falseados relatos de los guerreros occidentales en Ucrania o Palestina. De este modo tal vez puedan escapar de la progresiva idiotización occidental. Puede ser que únicamente en Europa vivamos tiempos interesantes. Me quedo con Zhou Enlai y su prudencia para valorarlos.