Julián Arroyo Pomeda

La vieja dama reina otra vez en el mundo y lo transforma

03 de Octubre de 2025
Guardar
Judith Butler

Judith Butler posee una talla intelectual excepcional y una influencia profunda en la filosofía contemporánea, especialmente en los campos del feminismo, la teoría queer, la ética y la filosofía política. Su pensamiento ha transformado cómo entendemos el género, la identidad y el poder.

Butler revolucionó el pensamiento sobre el género al proponer que no es una esencia fija, sino una construcción social que se realiza mediante actos repetidos. “No nacemos con un género; lo hacemos”.

Butler ha sido una figura clave en la defensa de los derechos de las personas trans y no binarias.

Su teoría de la performatividad de género —que sostiene que el género se construye mediante actos repetidos, no por una esencia biológica— ha sido fundamental para desmantelar discursos biologicistas y esencialistas en políticas públicas y movimientos sociales.

Butler desafía la idea de una “mujer universal” como sujeto del feminismo. Esto ha influido en el feminismo interseccional, que reconoce las múltiples formas de opresión (raza, clase, sexualidad) que afectan a las mujeres de manera distinta.

Su pensamiento se convierte en una forma de resistencia intelectual frente a discursos autoritarios que buscan volver a un orden jerárquico idealizado.

Replantea la filosofía como acción pública. Defiende que el pensamiento no debe quedarse en la academia, sino que debe intervenir en el espacio público. Judith Butler no solo analiza el mundo: lo transforma. Su pensamiento es una brújula para navegar los dilemas éticos y políticos de nuestro tiempo.

Judith Butler ofrece una mirada profundamente crítica y transformadora sobre la educación, no como un simple proceso de transmisión de conocimientos, sino como un espacio político donde se construyen identidades, se reproducen normas y se puede resistir al poder.

Butler cuestiona la idea de un “sujeto universal” del aprendizaje. En lugar de asumir que todos los estudiantes aprenden igual o tienen las mismas experiencias, su enfoque exige reconocer las diferencias de género, raza, clase, sexualidad y capacidad. Esto impulsa pedagogías inclusivas que no solo toleran la diversidad, sino que la celebran y la integran en el currículo.

Su pensamiento apoya la descolonización del conocimiento, incorporando saberes marginados y cuestionando los discursos dominantes que perpetúan desigualdades.

Butler propone una ética basada en la interdependencia y el reconocimiento de la vulnerabilidad humana.

En contextos donde se imponen leyes que censuran contenidos sobre género o diversidad, el pensamiento de Butler sirve como base teórica para defender la libertad académica y el derecho a una educación crítica. Aplicar el pensamiento de Butler en educación significa transformar el aula en un espacio de justicia, reflexión y posibilidad.

Promover dinámicas que reconozcan la fragilidad humana y la necesidad de apoyo mutuo. Defiende que todos somos vulnerables y que esa vulnerabilidad puede ser la base de una política más justa. En el aula, esto se traduce en respeto, escucha y acompañamiento.

Butler insiste en el poder del lenguaje. Las palabras pueden construir o destruir.

Cuidar no es hacer que el otro se parezca a mí, sino acompañarlo en su diferencia.

Cuidar mejor es, en última instancia, reconocer que nadie se salva solo. Es una invitación a vivir con más ternura, más justicia y más coraje.

La ética de Judith Butler es profundamente relacional, crítica y transformadora. No parte de principios abstractos ni de normas universales, sino de la experiencia concreta de la vulnerabilidad humana y de las relaciones de poder que atraviesan nuestras vidas.

El lenguaje no solo describe el mundo: lo crea. Por eso, nombrar bien es cuidar. Usar un lenguaje que incluya, que no hiera, que reconozca, es una forma de actuar éticamente.

Butler rechaza la idea de que cuidar al otro implica controlarlo o corregirlo. La ética implica acompañar sin imponer, estar presente sin borrar la diferencia. En contextos de injusticia, la ética no es neutral: es resistencia. Defender a los excluidos, cuestionar las estructuras de poder, imaginar nuevas formas de vida son actos éticos.

En su libro Marcos de guerra, Butler analiza cómo algunas vidas son consideradas “llorables” y otras no. ¿Por qué ciertas muertes nos conmueven y otras se ignoran? Esta pregunta revela que la ética no es solo individual, sino social y política: depende de qué vidas reconocemos como valiosas.

La ética de Butler nos invita a vivir con más conciencia, más apertura y más coraje. No se trata de seguir reglas, sino de preguntarnos constantemente cómo nuestras acciones afectan a los demás, especialmente a los más vulnerables.

Butler nos empuja a reinventar la política desde la fragilidad compartida, no desde el control.

Lo + leído