25 de Noviembre de 2025
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Ayuso Feijoo Sanchez. Victoria pírrica

¡Vale!, ya se han cobrado la pieza de caza mayor que los escopeteros políticos, judiciales y mediáticos de la derecha han celebrado como un triunfo sobre el sanchismo y el Gobierno comunista bolivariano. Pero, como siempre sucede después de la juerga desbocada que nubla la mente, la vida sigue y surge la pregunta ineludible: ¿y ahora qué?, momento en que entra en juego la valoración de los efectos de la cacería orquestada por una instrucción y un juicio sin ninguna prueba de culpabilidad del Fiscal General, y que han despreciado las declaraciones de los periodistas que confirmaron que no fue Álvaro García Ortiz el filtrador del famoso correo del abogado de González Amador, pidiendo un acuerdo con Hacienda. Información que publicaron con anterioridad a la nota de la fiscalía que desmentía el bulo difundido por el jefe de la cloaca política, MAR, que afirmaba lo contrario.  

Anomalía que subvierte el principio de que es el juez instructor quién debe buscar y presentar las pruebas contra el acusado que no está obligado a defender su inocencia. O el de in dubio pro reo que establece que la duda sobre la inocencia o culpabilidad del acusado, debe beneficiar siempre a éste último. O la anomalía de que por el momento solo conozcamos la resolución condenatoria y no la argumentación jurídica en la que se basa, ni los votos particulares en contra emitidos por dos magistrados del Tribunal. Anomalías que dan verosimilitud a la idea, que cala en la ciudadanía avalada por la opinión de expertos juristas, de que la condena estaba dictada de antemano con un claro objetivo político. Es en este punto donde la victoria de la derecha comienza a desinflarse en cuanto a los objetivos que perseguía. 

El primero y axial no se ha cumplido. Pedro Sánchez sigue y seguirá en la Moncloa hasta agotar la Legislatura como confirma cada vez que se le pregunta. Tampoco el segundo, que era generar un vacío poder en la Fiscalía General como prueba de la ineficacia del Gobierno. que desde el minuto uno ha anunciado que nombrará un nuevo Fiscal General con la máxima rapidez. Ni el tercero de seguir estirando el chicle de la corrupción que rodea al Presidente del Gobierno, que da pie a repetir el mantra de que dimita. Chicle que de tanto estirarlo ha perdido su sabor como significante de un mensaje que, por reiterativo, aburre, cansa y demuestra que el único proyecto para España de la derecha, del PP, es tener el poder. ¡Quítate tú pá ponerme yo!

Vayamos ahora a los efectos del golpe de mano del Tribunal de la Sala 2ª del Supremo. El primero, aumentar la degradación y el desprestigio de la Justicia ante la ciudadanía que observa atónita como se saltan la Ley, quienes tienen por mandato defenderla y aplicarla. Actuación que da crédito a la existencia de un sector que utiliza su poder jurisdiccional con un claro interés político alineado con la derecha rancia y de poso franquista. Gueto judicial que abdica de la responsabilidad de realizar su labor con la equidad y equilibrio que representa el fiel de la balanza de la justicia que debe ser ciega a las presiones, intereses e ideologías personales. Sentencia que asienta la creencia de que tenemos una Justicia injusta y desigual que actúa de una manera u otra en función de quien seas y lo que representes.

Espectáculo infame que refuerza, da verosimilitud y acrecienta la idea de que existe una campaña orquestada por todos los poderes fácticos de la derecha, inspirada por ese oráculo de gesto enfadoso y seriedad impostada que luce Aznar cuando tiene que dar directrices a sus secuaces: el que pueda hacer que haga, para tumbar al Gobierno y al sanchismo. Frase sibilina del Rasputín de la derecha nacional que describe y enmarca la política española como una batalla entre los que defienden los principios morales de toda la vida, el bien, y la izquierda progresista que quiere cambiar el statu quo que beneficia a las fuerzas de poder y orden de siempre: el mal.

Visión maniquea de la realidad expresada con crudeza por la abanderada del enfrentamiento ideológico con la izquierda a la que, IDA, acusa de guerra civilista. Lenguaje radical que moviliza a los votantes progresistas ante el plan guerrero que plantea la derecha y ultraderecha. Razones por las que la sentencia del Supremo es una victoria pírrica, metáfora cuyo origen está en la afirmación del rey Pirro de Epiro después de ganar dos batallas a los romanos: otra victoria como esta y estaré perdido.

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