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Verano de humillación

16 de Septiembre de 2025
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Verano de humillación. El arancel de Trump. Trump y Von der Leyen tras la firma de acuerdo
Trump y Von der Leyen tras la firma de acuerdo

Una interesantísima encuesta europea, el eurobazuca, revela datos inquietantes:  la mayoría de sus ciudadanos estiman que el acuerdo arancelario entre la UE y los USA ha sido humillante: 65% en Francia y 56% en España. El 77% piensa que es un acuerdo favorecedor de los USA y que afectará negativamente a Europa. El 60% desea que von der Leyen dimita. El 39% prefiere la confrontación al acuerdo y el 76% se niegan a la compra de productos americanos incluída en el acuerdo.

Es decir, hay una opinión pública europea que no coincide con la verdad oficial. Como dicen los encuestadores hay una demanda europea pero no hay una oferta europea. ¿Y qué se puede hacer al respecto? Nada porque somos incapaces de hablar con una voz propia. Para eso sería preciso empezar por dotarnos de una unidad bancaria y financiera, anatema para los países del Norte.

Sucede sin embargo que Alemania si que puede tener voz propia. Y la tiene. Y su llamada es un clarín de atención. Se acaban de celebrar las elecciones en Nordrhein-Westfalen y aunque las ha ganado la derecha AfD ha triplicado sus número de votos mientras que la CDU ha perdido dos escaños. NRW, por sus iniciales alemanas, no es Alemania del Este. Es Renania y una de sus principales ciudades Colonia. ¿Por qué el éxito de AfD? Porque defiende lo que es la evidencia. Alemania no puede ser el enemigo de Rusia. Lleva ya cuatro años en recesión por no poderle comprar electricidad, gas y petróleo, indispensables para su economía de exportación y tampoco puede sustituir el negocio que le ofrecía su mercado a las seis mil empresas alemanas dependientes de contratos rusos. Por el lado del gasto tenemos la amenaza de acabar con el Estado de bienestar para comprar armas con las que tratar de compensar el vacío que causa la ausencia rusa, una especie de keynesianismo militar basado en la deuda, de nefasto recuerdo. Y no solo eso. Alemania hizo prometer a todos que el euro no sería un vehículo de transferir dinero de los países ricos a los pobres. Y así se aceptó, y se creó una unión monetaria sin Fondo de Compensación Interterritorial, algo inédito y hasta entonces considerado imposible. Debemos al ingenio del Presidente del BCE, Sr. Draghi, haber sabido sortear esa limitación al haber hecho “todo lo posible” por salvar a euro, lo que consiguió.

Sucede sin embargo que a las transferencias intereuropeas, imposibles por veto alemán, el atlantismo impone otras de muchos, muchísimos miles de millones en ayuda a un país mártir, Ucrania, víctima de una estrategia euroasiática disfuncional de origen USA, en la que los partidos sistémicos alemanes se embarcaron con entusiasmo. Nada menos que los acuerdos de Minsk, incluso avalados por el Consejo de Seguridad, y que según Angela Merkel no tenían otro objetivo sino engañar a Rusia y dar tiempo a Ucrania a rearmarse. En definitiva, Alemania fue una de las principales causas del desastre humano y político de Ucrania y da la razón a Trump cuando dice que esa guerra fue innecesaria y que con él no se hubiese producido. Para envenenar más las aguas, la élite política que puso en el poder el golpe de Estado del Maidan se considera heredera del nazismo banderista, el que produjo el pogrom de Lvov, ampliamente documentado, del que se salvó Simon Wiesenthal, por ejemplo, o Janina Hescheles, y no tiene empacho en recordarlo en desfiles donde se izan símbolos y emblemas que en Alemania llevarían a sus porteadores a la cárcel.

A esa contradicción insoportable para un país con la historia de Alemania, se suma la presencia de mas de un millón de refugiados ucranianos, lo que tensiona el Estado de bienestar hasta límites que lo llevan la desaparición, como ya ha advertido el Canciller Merz. Y el despropósito continua con un rearme impuesto por los USA que va a drenar las ya consumidas arcas de la Federación y además a devolver a Alemania a su condición de potencia militar, preludio de una política indeseable, puesto que el inventario de armamento se hace obsoleto en pocos años y la única manera de disponer de él es la guerra y/o la militarización de la sociedad. De hecho, Alemania vuelve al servicio militar obligatorio.

Otra servidumbre atlántica, aceptada por los partidos sistémicos alemanes, es el propósito USA de colocar cohetes de alcance medio en la RFA, no solo innecesario sino incomprensible e inaceptable.

Pero si un alemán normal desea sacudirse de todas estas servidumbres, no le queda otra sino buscar un partido que no sea ni los verdes ni los socialistas ni los demócrata/cristianos, es decir, todos o casi todos. Y el único “casi” que hay es AfD.

La respuesta del sistema es clara. AfD es neonazi y la ilegalizaremos como ya lo hemos hecho en Rumania y lo estamos tratando de hacer en Serbia. Esto es peligrosísimo. Eliminar a lo que en breve quizás sea el primer partido político alemán puede tener consecuencias peores incluso que abrirse a negociar con Rusia o negarse al despliegue de misiles de alcance medio. No se me escapa el peligro de poner un país en manos no democráticas, lo que sucedió en Italia o Argentina. Pero no es fascismo todo lo que reluce ni sistema todo lo que toca moqueta. Aquí tenemos en España, socios de una “coalición de progreso” a un fugado de la justicia por haber dado un golpe de Estado y un proetarra confeso. Son socios privilegiados de un partido sistémico como el PSOE. Créanme, sin ánimo de hacer la apología de AfD, ese partido no tiene nada que ver ni con Bildu ni con los Puigdemont catalanes, tan alabados entre nosotros. La responsable de AfD, Sra Alice Weidel tiene como pareja a una mujer que no es blanca. Se entiende que resulta difícil hacer pasar por nazi a una persona así. En cuanto a Occidente y si queremos hablar de fascismo, recordemos que el recientemente asesinado Andrej Parubi, recogido en todas las necrológicas occidentales como un Jefferson 2.0, fue el fundador del Partido Nacional Socialista ucraniano y quien amenazó de muerte a Zelenski si llevaba a cabo el plan de paz que había prometido en su programa, amenaza que puso por escrito. Es claro que el nazismo viene a ser como el arianismo de los nazis, capaz de incluir a japoneses en sus filas. Los partidarios de modos duros, a quienes el compromiso de Munich no se les cae de la boca, pueden ver los resultados de polarizar un país hasta la extenuación. El asesinato del activista MAGA, Sr. Kirk, debería de llevarles a una reflexión en regla. Aclaremos que el Sr. Kirk hizo manifestaciones antisemitas acusando a los judíos (no al Estado de Israel) de estar detrás de todas las causas progresistas que afligen a los USA-por si alguien imaginaba que el Sr. Kirk se limitaba a predicar pocos impuestos y sector público mínimo. Acusaba también a los afroamericanos de ser los causantes de la violencia USA. Pero para compensar pedía negociaciones con Rusia y denunciaba al complejo militar/industrial. No es difícil ver en este remerengado ideológico un intento de respuesta al caos en el que vive Occidente, tratando de gestionar una realidad que no cabe en las presentes instituciones. Sea como fuere estas opiniones le han costado la vida al apóstol joven del MAGA y su sacrificio preocupa a los candidatos de AfD puesto que seis de sus compañeros han muerto, aparentemente de muerte natural, en estos días. El debate está abierto.

Y es AfD, quien ha celebrado el encuentro Putin/Trump y quien ha exigido diplomacia y no armas y quien considera una locura poner cohetes de alcance medio en Alemania y quien mira con desconfianza a los nazis de verdad que es la élite ucraniana, no el pueblo como tal, sino los que llegaron al poder en virtud de un golpe de Estado, propiciado entre otros por Parubi. Entre tanto, Macron, que ni tiene prestigio ni gobierno y que debe su presidencia a acuerdos que impiden la llegada al poder del partido mas votado, pide lo contrario, guerra. Y como no puede gobernar lo suyo que es la patria de la Revolución, se ofrece a picar mas alto y proteger los cielos de Ucrania. Quizás lo hace para apartar la vista de la tierra donde se alzan las ruinas de Ouradour, el pueblo que arrasó la División nazi Das Reich, cuyos emblemas izan hoy los aliados ucranianos a los que invitó a las celebraciones de Normandía. Esas ruinas contenían una profecía de memoria que ha terminado por agotarse. Olvidado ese símbolo, que era el dique del recuerdo contra la barbarie, otras le seguirán en el torrente que su ausencia ha roto.

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