El libro Libertad, igualdad, fraternidad, publicado por Fórcola y escrito por Ricardo Moreno Castillo, es una reflexión profunda sobre los ideales de la Ilustración que dieron forma al lema revolucionario francés.
El autor se sumerge en el legado de la Ilustración, explorando cómo los ideales de libertad, igualdad y fraternidad han influido en la historia moderna, desde la Revolución Francesa hasta nuestros días.
Se analiza libertad como un derecho fundamental que permite a los individuos desarrollar sus proyectos vitales sin coacción. Moreno examina cómo este principio ha sido defendido y vulnerado a lo largo del tiempo.
Más allá de la igualdad ante la ley, el libro aborda las tensiones entre igualdad de oportunidades y de resultados, y cómo las sociedades han intentado equilibrar justicia social con libertad individual.
El concepto menos desarrollado históricamente, pero que el autor reivindica como esencial para cohesionar sociedades diversas es la fraternidad. Se exploran sus dimensiones antropológica, social y política, y cómo puede ser el motor de una cooperación más inclusiva.

A lo largo del texto, Moreno también reflexiona sobre la amistad, la educación, la justicia, la tolerancia, el feminismo y la religión, siempre desde la óptica ilustrada, según su peculiar estilo, que consiste en recoger citas del siglo XXVIII y hacer comentarios sobre ellas.
Este libro es una defensa apasionada y lúcida del pensamiento ilustrado en tiempos de incertidumbre. Logra combinar erudición con claridad, ofreciendo un texto accesible pero intelectualmente riguroso. Su reivindicación de la fraternidad como el componente olvidado pero vital del tríptico revolucionario es especialmente relevante en un mundo marcado por la polarización y el individualismo.
Su capacidad para conectar ideas filosóficas con problemas contemporáneos es lo mejor. Puede resultar algo abstracto en algunos pasajes, especialmente cuando aborda la fraternidad desde una perspectiva antropológica.
Moreno Castillo dedica especial atención a la fraternidad desde una perspectiva antropológica, algo poco habitual en los estudios políticos contemporáneos. El autor no se limita a entender la fraternidad como un valor político o moral, sino que la explora como una necesidad humana profundamente arraigada en nuestra condición social. Desde esta óptica, la fraternidad se vincula con la empatía, el reconocimiento del otro como semejante, y la capacidad de cooperar más allá del interés individual.
Moreno sostiene que sin fraternidad, los otros dos pilares —libertad e igualdad— pueden volverse fríos o incluso contraproducentes. La fraternidad aporta el componente afectivo y comunitario que permite que la libertad no se convierta en egoísmo y que la igualdad no derive en uniformidad impuesta.
En sus páginas, se citan pensadores ilustrados y contemporáneos que han reflexionado sobre el vínculo humano, la solidaridad espontánea y la construcción de vínculos sociales. El autor defiende que recuperar este enfoque es clave para revitalizar el proyecto ilustrado en el siglo XXI.
Revitalizar el proyecto ilustrado en el siglo XXI implica recuperar y actualizar los ideales que surgieron en el siglo XVIII —libertad, igualdad, fraternidad, razón, ciencia, progreso, y derechos humanos— para enfrentar los desafíos contemporáneos.
Esto significa reafirmar la razón frente al relativismo: En tiempos donde proliferan las fake news, el negacionismo científico y el pensamiento mágico, la Ilustración nos recuerda la importancia de la razón crítica y el conocimiento verificable. Defiende la libertad sin caer en el individualismo extremo. La libertad ilustrada no es egoísmo, sino la capacidad de vivir sin coacción, respetando la libertad de los demás. Hoy se trata de equilibrarla con responsabilidad social. Reinterpreta la igualdad en sociedades complejas. La igualdad ante la ley sigue siendo esencial, pero también lo es garantizar igualdad de oportunidades en contextos marcados por desigualdades estructurales.
En un mundo fragmentado por polarización, nacionalismos y exclusión, la fraternidad puede ser el principio que nos ayude a reconstruir la cohesión social desde el respeto mutuo. Promueve la educación como herramienta de emancipación. La Ilustración apostó por la educación universal como medio para liberar a las personas de la ignorancia y la superstición. Hoy sigue siendo clave para combatir la desigualdad y fomentar el pensamiento crítico.
Defiende un universalismo sin imperialismo. Recuperar la idea de derechos universales sin imponer modelos culturales únicos. Esto implica diálogo intercultural y respeto por la diversidad.
Los ideales ilustrados pueden seguir siendo una brújula ética y política en el siglo XXI. También hay críticas desde corrientes posmodernas, que acusan a la Ilustración de haber sido eurocéntrica o excluyente, lo que abre el debate sobre cómo reformular sus principios sin perder su esencia.
Analiza cómo los ideales ilustrados pueden adaptarse a la era digital, la globalización y la diversidad cultural. Promueve una educación inclusiva, crítica y transformadora.
La Ilustración no es solo un capítulo del pasado, sino una fuente viva de ideas para repensar la política, la educación y la cultura en tiempos de cambio.