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Los ojos transparentes de la doctrina Aníbal

22 de Septiembre de 2025
Actualizado el 24 de septiembre
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Doctrina Aníbal

La opinión se divide, con calculada fiereza, entre quienes alegan legítima defensa tras los ataques del Hamás el 7 de octubre y los que recuerdan el origen delictivo del sionismo. Estos primeros son los menos, pero ejercen la violencia con la libertad del vaquero presto a la aniquilación de toda vida original.  

Sobre Palestina se ha aplicado el mismo principio. Un ejército extranjero experimenta con la necesidad de los "indígenas", mientras alumbra la división política del país. Adeptos a la fracción, el resultado suele ser el mismo desde la descomposición del califato otomano; los palestinos son férreos, resistentes, héroes y heroínas, aunque se enfrentan a un oponente dividido y multiplicado en unidades más pequeñas prestas a la rapiña.  

Lo sucedido el 7 de octubre fue el penúltimo grito de la esquilmada dirigencia del Hamás. Contaban con escasas horas antes de que los machacaran desde el aire. Mientras tanto, toda la ira y la represión alucinaron sobre las bases sionistas. Los milicianos del Hamas se dirigían a la muerte, o al menos tenían ese convencimiento. En sus memorias aparecen los fantasmas de sus hijos, esposas o madres asesinadas por el régimen durante estas últimas décadas. La desesperación alimentaba la acción suicida. Sin embargo, sucedió lo improbable. Entraron en las guarniciones con facilidad al grito de: ¡Dispáralo, por tu hermano, dispáralo! Era un grito ahogado, preñado de ira, en una de las bases atacadas cercana a la rave.  

El ataque de las milicias palestinas (Hamás y Yihad Islámica) fue por tierra, mar y aire y pretendía humillar por unos minutos a uno de los ejércitos más dopados del mundo. Cuando se agujerearon los muros, algunos gazatíes atravesaron los socavones con el fin de alcanzar sus prometidas tierras expoliadas por los kibutzin desde hace décadas. Los que alcanzaron el Parán fueron despedazados desde el aire junto a algunos rehenes.  

Esta masacre se salda con un vil crimen desde el cielo donde los palestinos y sus rehenes son pulverizados. Hamás no iba a conquistar Yaffa (Tel Aviv). Pretendía llamar la atención internacional, pero el sionismo aprovechó ese agujero premeditado de seguridad para iniciar un camino que permuta su propia ruina moral por una tierra incierta y vindicada hasta la locura. Una vez apretado el gatillo de las milicias llegaron los medios para apuntar a los terroristas palestinos: Han torturado a uno de los nuestros; una vez más, la civilización democrática es atacada. 

Los medios adictos a la guerra y a la mentira como i24 anunciaban el asesinato de 40 niños en el Kibutzim Kfar Azzamientras que la clásica desinformación anglo sionista preñaba sus portadas con imágenes de los kibutz atacados. 

Biden balbuceaba como un muñeco movido por un ventrílocuo: nunca pensé ver esto...niños decapitados...Antony Blinken, el hombre de ojos negros y transparentes como los de un animal triste y asustado, repetía el mantra; "al padre le sacaron un ojo, delante de sus hijos, a la madre le cortaron los pechos, a la niña la amputaron un pie, al niño le cortaron los dedos antes de ejecutarlos. Y luego sus verdugos se sentaron a comer". Este relato era mentira. No hubo decapitaciones de niños, ni mujeres violadas, ni mutilaciones, tal y como la investigación de Al Jazeera pone de manifiesto. En realidad, los ojos de Blinken muestran el abismo necesario para el ejercicio del poder. Los forenses o los rescatistas mintieron...pero su testimonio era necesario para capitalizar una ataque en ciernes.  

La victoria estratégica alcanza a El Líbano, Siria, Irán y los Estadillos del Golfo y la vía está expedita para la autodestrucción: los cimientos de Al Aqsa están impregnados de sionismo: solo falta volar su dorada cúpula junto a sus cuatro paredes.  

La arquitectura militar americana sueña con alcanzar las estepas de Asia previa destrucción de Irán, y una pequeña franja no se puede interponer en sus deseos. Lo sucedido en Gaza es un crimen inmenso porque la guerra no es entre dos ejércitos, sino contra los civiles, pero en esencia, no difiere de otros muchos crímenes cometidos por los Estados democráticos en Corea, Vietnam, Argelia, Afganistán, Irak, Líbano y otros inciertos lugares. Palestina es el último reducto que se interpone entre la modernidad y la fascinante nocturnidad de los campos de petróleo y gas, de los espectros de la droga, de las noches libanesas amenazadas con un saxo y té rojo.  

Todo el orgullo de la civilización tropieza en Gaza mientras China, Rusia y los BRICS observan la decadencia moral y la inoperancia de un ejército completamente dopado, con toda la tecnología del crimen organizado puesta a su disposición e incapaz de derrotar a 40.000 milicianos del Hamás. No nos engañemos: no es posible destruir una ideología relacionada con la resistencia. Miles se unirán al Hamás en breve. 

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