Recientemente se está hablando mucho de Carlos Mazón, por un motivo, y de Juan Carlos de Borbón, por otro; con todo lo que se ha dicho de estos personajes, y sin ánimo de repetir lo que ya han expresado otras indignadas ciudadanas, no considero que los comentarios que yo tengo que hacer de cada uno de ellos den como para dos artículos, uno para cada cual. Es por este motivo que he decidido, como suele decirse, matar dos pájaros de un tiro, porque eso es lo que son.
Empezaremos por Carlos Mazón. Acaba de dimitir… de mentirijilla. Se queda como diputado para seguir cobrando, mantener el aforamiento (y por lo tanto, su protección jurídica), y sobre todo, para que siga la legislatura y tener derecho, nada más y nada menos, que a quince años de sueldazo como expresidente, más dos asesores, chófer, y coche oficial. Es decir, un señor que es y ha sido nefasto para la política, quiere, a toda costa, vivir de la política con un sueldo estratosférico pagado por las mismas personas a las que ha perjudicado y que no quieren verlo ni en pintura. Los porompompeperos son los grandes defensores de las privatizaciones (para hacer negocio con los servicios públicos) y del sector privado en general. Pregunta ¿en qué empresa privada se mantendría en su puesto a un trabajador que hubiera perjudicado gravísimamente a esa empresa, y sobre todo, qué empresa le pagaría un sueldazo de por vida tras ese perjuicio? Por favor, díganmelo en comentarios porque yo no conozco ninguna. Es decir, los mismos que esquilman lo público están encantados de vivir de lo público sin merecerlo, que es otra forma de esquilmarlo.
Pero vayamos a la cuestión. El Partido de los Poderosos tiene una estructura presidencialista, pseudofascista, según la cual no se puede hacer absolutamente nada sin lo que sepa y lo autorice el jefe, bien sea el jefe nacional, autonómico o municipal. Pobre de aquél que haga algo sin que esté hablado y autorizado. No existe el trabajo en equipo. No conocen la interdependencia. Solo existe el “ordeno y mando”. Solo así se explica que, cuando el CECOPI estaba reunido desde primera hora de la mañana no se ordenara ninguna actuación, por muy necesaria que fuera, al no estar informado Carlos Mazón y sin su autorización. No es que los técnicos no supieran qué hacer, es que no se atrevían a hacerlo por miedo a las consecuencias. Y debían de ser terribles estas consecuencias para que prefirieran que se ahogara la gente antes que decirle a esa misma gente que se quedara en su casa y no bajara a los sótanos. Algo tan simple, dicho a las nueve de la mañana, hubiera salvado la mayoría de las vidas. Pero no estaba el jefe. Estaba desaparecido. La ventaja de un sistema presidencialista, en el que todo lo controla el jefe, es que hay una uniformidad de criterio, una imagen de unidad, de consistencia, de fortaleza, que tiene sus ventajas políticas. El problema es que esto obliga a que el jefe siempre esté presente y al cien por cien de su capacidad. Como esto es imposible, el sistema presidencialista no funciona, y a las pruebas nos remitimos. Como no estaba el jefe no se tomaron decisiones, con lo que el jefe es el responsable por omisión dolosa y criminal, con resultado de muertes. No vale calificar a lo ocurrido de errores, ni mucho menos, echarle la culpa a Pedro Sánchez. Si en el PP todo lo que se hace tiene que estar autorizado por el jefe, entonces el jefe es el máximo responsable de lo que se hace, y de lo que no se hace. Así pues, Carlos Mazón es el responsable de no haber tomado decisiones sencillas que hubieran salvado vidas, y el Partido Pútrido en general, es responsable de su sistema equivocado de funcionamiento, y de haber apoyado a este individuo solo para sus intereses personales, y de partido. Me parece una burla insufrible que este señor pretenda vivir de la política, a la que ha estafado por no estar a la altura, y vivir, además, de todas las vidas valencianas que ha destruido. Pido que se someta a la acción de la justicia por negligencia criminal con resultado de muerte, y por supuesto que se le expulse de la política. Ni un céntimo público para este sujeto. Que lo contrate alguna empresa privada, si se atreve.
Vayamos con Juan Carlos de Borbón. Ha pedido un pensión de jubilación, a la que, según él, tiene derecho. Yo estoy de acuerdo con él, y en desacuerdo con los que dicen que no se merece una pensión porque ha robado mucho. Yo creo en el Imperio de la Ley; creo que todos los ciudadanos y ciudadanas tenemos que estar sometidos a las mismas condiciones en una sociedad igualitaria. En este sentido considero que una persona que ha servido a su país durante más de cuarenta años merece una pensión, como yo, o como cualquier otro. Ahora bien, si yo defraudo impuestos, si yo tengo unos ingresos enormes de origen desconocido, si yo establezco una red de ingeniería financiera con cuentas en paraísos fiscales para eludir la acción de la justicia, merezco verme sometido a la acción de esa misma justicia. Esto es lo que yo pido para Juan Carlos de Borbón: que se someta a la acción de la justicia y explique el origen de su fortuna, que pague lo que le corresponda, y si sus actos conllevan prisión, que la cumpla. Y por supuesto, que le den la pensión que le corresponde. Un saludo a todo el mundo.