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Felipe VI: El rey que se borbonea a sí mismo

20 de Octubre de 2025
Actualizado a las 16:44h
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El mensaje navideño de Felipe VI

SM el Rey Felipe VI ha dirigido un discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas en el que ha criticado la política de la presente administración israelí sobre Gaza, al tiempo que ha recordado el fundamento sefardí de nuestra patria. Por lo que a mi respecta, coincido con lo dicho por el Monarca. No obstante, hay importantes actores políticos que no se reconocen en esas palabras. No solo la dirigencia de Vox sino también la Presidenta de la Comunidad de Madrid Sra Isabel Diaz Ayuso, quien para subrayar su discrepancia otorgó la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid a la Vuelta Ciclista a España, evento deportivo que se hubo de cancelar por manifestaciones antiisraelíes de rara violencia.

Fuera de nuestras fronteras también hubo división de opiniones, la mas notable y literaria la del Sr. Dominique de Villepin quien aseguró que España era el honor de Europa.

No es la primera vez que el Rey se manifiesta sobre temas controvertidos. Yo recuerdo su juicio sobre la guerra de Ucrania en la que aseguró que el conflicto seguiría hasta que Ucrania recuperase todos los territorios perdidos en la contienda. Aquí yo no estaría de acuerdo y no estoy solo. Forman conmigo grandes especialistas norteamericanos, entre ellos el propio John Mearsheimer, catedrático número uno de las Relaciones Internacionales y el no menos ilustre Jeffrey Sachs, uno de los mas respetados economistas norteamericanos. Podemos añadir los analistas Pascal Lottaz, el Coronel MacGregor, o los catedráticos Glenn Diesen, van Jackson, o Kit Clarenberg. En España somos críticos de los USA en este campo un grupo heterogéneo pero compacto y de alta calificación. No puedo citar a todos pero van desde el periodista e intelectual Rafael Poch, al analista independiente Fernando del Pino, los Coroneles Pedro Baños y Manuel Morato, los comentaristas Rubén Gisbert y Alberto Iturralde, el empresario Adrian Zelaia…en fin lamento mucho dejarme nombres en el tintero pero para la argumentación es ya bastante.

Aquí incluso entra en juego la memoria histórica española. En todo el Sur de Francia operó el maquis español y hay fotos específicamente de Biarritz liberado por los republicanos españoles. Estos héroes desconocidos hubieron de luchar contra los ucranianos colaboracionistas de la División SS Galicia y la milicia de los colaboracionistas de Darnand, formados en el cercano Departamento de Tarn. Los símbolos y emblemas nazis de esas unidades son los que hoy alzan las unidades ucranianas que defiende Felipe VI, sacadas a la luz por un golpe de Estado norteamericano que terminó en lo que nosotros llamamos el Maidan y la nueva clase ucraniana “la Revolución”. Término que le resultará familiar a los que vivieron el fascismo de Franco. Por cierto, en el frente bielorruso, quedan todavía compatriotas nuestros enterrados en sus bosques, también caidos contra los banderistas de los que Zelenski y sus colegas del Maidan están tan orgullosos.

No voy a seguir gastando tiempo y líneas en ocuparme del fondo de los comunicados: es irrelevante. Lo relevante es que S.M. el Rey haya hecho declaraciones políticas sobre temas controvertidos. Me voy a limitar a recordar lo que es y hace un Rey constitucional. Firmar lo que le ponen delante los Ministros del Gobierno. Su ámbito profesional no pasa de ahí, ni siquiera en condecoraciones y títulos de nobleza. Solo queda fuera de esa limitación su propia Casa Real-siempre que no afecte a las instituciones del Reino. No hay discrecionalidad que valga.

Esa es la contrapartida de que un Rey sea Jefe de Estado. El Rey no está en el dominio de lo opinable sino por encima de ello, supra partes. Eso hace que no se presente a elecciones y que si se enreda en algo reprobable no le quede otro remedio sino la abdicación.

Entremos en el espacio comparatista. Trump ha insultado gravemente al Rey Carlos III de Gran Bretaña al repetir una y otra vez que los canadienses son “malos” y que su propósito es convertirlos en el Estado 51 de la Unión. Y es ofensa grave puesto que Carlos III es el Jefe de Estado de Canadá.  Por otra parte a Trump no se le cae de los labios el término “gobernador” para referirse al Primer Ministro de Canada, lo que es exacto porque el PM no es Jefe de Estado, lo es el Rey de Gran Bretaña. Pero la veracidad no exime del insulto. En el insulto no cabe la “excepción de verdad” como tampoco la hay en el delito de odio. Lo que cuenta es el “ánimo de injuriar”, y ese es el propósito de Trump. ¿Qué dice Carlos III? De palabra, nada.  Se ha puesto en su uniforme las condecoraciones canadienses y al llegar el año nuevo parlamentario lo ha abierto yendo al Parlamento de Ottawa en coche de caballos y con escolta de la Policía Montada. Sin embargo, al llegar el momento de recibir en Londres al Presidente de los EEUU, le ha desenrollado la alfombra roja y su brindis no ha podido ser mas institucional por no decir un ejercicio de adulación desenfrenada. Mientras tanto, eso sí, el PM Starmer, le decía a Trump que iba a reconocer a Palestina como Estado. A cada uno lo suyo y el Rey por encima de esas fruslerías de la política, incluso la estratégica.

Otro capítulo dentro de la misma saga es la presencia de SM el Rey en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esos encuentros son grandes reuniones de trabajo en los que ministros y subsecretarios aprovechan para resolver asuntos pendientes en jornadas de sol a sol. Pero el Rey no es ni un Ministro ni un Subsecretario. Ese no es su espacio profesional. En cuanto a fotos de recuerdo, como las que se ha hecho con Trump o Al Jolani, son extemporáneas. Si Trump viene a España se le ofrecerá una cena de Estado y si lo hace Al Jolani ya veremos como se le trata porque siendo él número dos de Al Qaeda tuvo lugar el 11 M.

En el caso concreto de España se exige un cuidado especial en estas cuestiones.   El Rey tiene enemigos poderosísimos. El primero la propia clase política a la que su mera presencia niega el premio gordo de la Administración que es la Jefatura del Estado. La pregunta permanente de toda nuestra clase extractiva es ¿Cómo se consiente que un no elegido sea el Jefe del Estado? La pregunta está sólidamente fundada en la capacidad intelectual y moral de nuestros políticos, que pueden ofrecer toda una pléyade de nombres ilustres tanto en masculino como en femenino. Empezando por quien dijo no saber lo que era una nación, Rodriguez Zapatero, siendo así que según el magisterio de Sir John Eliot, España es, junto con los EEUU y Francia una de las tres grandes constituciones de Occidente. O si se prefiere alguien con importantes activos financieros ligados al propio 1978 podemos fijarnos en Don José Bono, que ha desarrollado ya como entrenamiento algunas de las mayores responsabilidades del Estado. En lo femenino, pienso por ejemplo en Ada Colau o Irene Montero, dignas hijas de Maria Pita o Maria Teresa Leon. También podríamos abrir la magistratura a alguien del PNV, ahora que ya no hacen falta apellidos euskáros para trepar en la escalera de las dignidades. Pero malicio que eso nos llevaría a que el Rey de España pasara a llamarse Rey del Estado, y no es lo mismo.

Porque ese es el segundo capítulo de la enemiga contra el Rey. Es Rey de España. Solo ese nombre da sarpullido a lo mas granado y lúcido de nuestros compatriotas.  Basta ver como “Estado” va sustituyendo a España incluso en TVE.

Hay luego un tertium genus de enemistad que en puridad de principios no lo es pero que tiene parecido efecto. El de los cercanos al Rey que por respeto reverencial o por simple cobardía no le aconsejan como deben y le dejan hacer.(1) No hay que criticar a Ayuso por no estar de acuerdo con el Rey en Palestina ni a la izquierda por no estar de acuerdo con sus planteamientos hacia Ucrania. Hay que recordarle al Rey, respetuosamente, que pronunciarse sobre temas políticos es un tabú absoluto. Eso le costó el trono a su abuelo Don Alfonso XIII y el verbo que describió las indiscreciones del Monarca se ha hecho famoso: borbonear. Pues bien: tal y como está el panorama internacional sucesos como Israel o Ucrania van a seguirse produciendo de manera cada vez mas frecuente. Y estos eventos no van a a ser como hace años, una anécdota sin importancia. Dada la mayor exposición de España a lo exterior lo que allí sucede afecta y afectará cada vez mas a la vida nacional. En cualquier caso no se puede ser Rey constitucional dentro y borboneador fuera. Tenga por cierto la Real Persona que si alguien le jalea su participación en el gallinero político es sin duda su peor enemigo. Y que si el propósito final de la Corona es apaciguar las aguas, entrar en ese remolino de opiniones consigue lo contrario, agitarlas. Véase como estamos aquí tirios y troyanos defendiendo o atacando lo que debería de ser consenso absoluto, algo que por definición es el dominio real, nunca de la política. En fin, si se suman

todas las variables citadas, el futuro de España a medio plazo es incierto. La patria está todavía convaleciente de la peste franquista y el Estado de las Autonomías y la ausencia de escrúpulos de los que la gestionan van camino de llevarla al báratro de la inexistencia. No necesitamos ni Reyes que aspiren a dar doctrina política ni cambios de Régimen sino buena administración. No sea que en un futuro próximo veamos un epitafio que diga. “Aquí yace Felipe VI, el rey que se borboneó a si mismo”

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