Sometidos a los prejuicios y clichés de rigor, y derrochando toda la charlatanería y tendenciosidad que nos caracterizan, soltamos así, de buenas a primeras e impunemente, la información que nos pasan. En este caso, nos aventuramos a la buena de Dios para asegurar que se han llevado a efecto unos estudios de neurotransmisión forzada, como suena, los cuales tienen por objetivo evidenciar la estrecha relación entre beneficios para la salud y deslizamiento por la montaña rusa del «Pape»: Parque de Atracciones Paco Peña, no otro.
Según dicen, las sensaciones generadas durante un viaje en la montaña rusa del Paco Peña, en demostrada interacción con las obtenidas en la olla loca del mismo recinto, fueron canalizadas, monitorizadas y registradas mediante electrodos inteligentes e independientes, que arrojaron niveles de serotonina, dopamina y regurgitonona de inusitadas propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y foliculoexcitantes, las cuales, en acción conjunta, a determinada altura y temperatura y según las directrices y principios independientes de Laboratorios Independientes, S.L.L.M.N…, con la Dra. Jurado a la cabeza, proporcionan sobrada información como para afirmar sin cortapisas que subirse al martillo, la montaña rusa o la olla loca del Pape resulta de lo más sano y recomendable desde el punto de vista de la OMS y la Agencia Estatal del Medicamento.
Con el lema «potar es bueno», los expertos afines tratan de acallar ciertas voces desautorizadas que, apoyándose en repentinos y aislados episodios de vomitona, intentan desacreditar las razones y verdades de Laboratorios Independientes. «Eso no es así», argumentó, con gallardía, Jurado. «Cualquiera que haya potado en condiciones alguna vez en su vida, largo rato y a caño ancho, conoce a la perfección el gusto que da dejar de hacerlo».
Mas no prestemos protagonismo a aquellos que pretenden centrar la cuestión en las mínimas contrariedades que una experiencia tan salutífera nos regala. Si vomitar es bueno, imprescindible para dejar de hacerlo, no menos satisfactorio resulta dejar de sentirse mareado. Así, en colateral estudio «doble ciego» in situ, llevado a cabo durante un botellón ad hoc, vemos cómo los marcadores aliviotrópicos se disparan cuando, tras bajar de la montaña rusa y poner los pies en tierra firme, potamos, respiramos hondo y somos conducidos a un diván de manera ambulatoria y sin mayor complicación. En sintética homilía y dialecto para todas, habla Jurado: «hay unas cositas que se activan en nuestro cerebrito, anhelos de bienestar, lo que nosotras emparentamos con el antiguo “mecanismo de recompensa”. Son como bichitos que levantan la manita para decir “esto nos gusta, repite”, pero también, “para ya, copón”, quizir: “jolines”; algo, esto último, precursor de la idea que nos movió a desarrollar (así es la Ciencia) lo que hemos bautizado como “maniobra de penitencia”. Sí. Porque hemos observado que, precisamente, desoyendo la llamada de “stop”, enfrentándonos a ella con determinación, resiliencia y valía, conseguimos unos beneficios mucho más consoladores que los procurados mediante la sumisión al caduco mecanismo de recompensa. Así, nos encontramos en condiciones de asegurar que la ingesta de puchero en abundancia y el posterior acceso, ipso facto, al martillo, la montaña rusa o la olla loca del Pape, despiertan en nuestro organismo un instantáneo cóctel de interconexiones neuronales que se traducen en un más que sano deseo “de que todo termine pronto”, excitándose la actividad de esos bichitos buenos que serán forzados a esperar, premeditadamente, mediante la maniobra de penitencia, con objeto de incrementar la reconocible y agradecida paz de la posvomitona».
Jurado no se corta un pelo en cuestión de predicciones. «El futuro promete ―asegura ―. Muy pronto dispondremos de un arsenal farmacológico de acción basada en la no-ingesta, especialmente diseñado para personas “sanas”. Así, cuanto más insoportable sea el tratamiento, más beneficio y efectos positivos obtendrá el paciente al dejar de tomarlo».
La fase de experimentación sigue abierta. Hagamos historia y obedezcamos, pues, carentes de juicio y sin el mínimo criterio (bien poco nos hace falta), las indicaciones ofrecidas por Laboratorios Independientes en la voz y la persona de la actriz Rosario Quincalla, fichaje de lujo, quien se ha prestado a colaborar en la promoción que el Ministerio de Defensa ya distribuye en los canales y las portadas pertenecientes al fondo de inversión más cool del momento.
«Todas juntas, de las manitas, dirijámonos sin pensar al Pape, abierto 24 horas, para subir, bajar, girar y vomitar sin freno, por nosotros, los vuestros y las tuyas. ¿Aún no tienes la tarjeta de socio? Descárgate la App y todo el software añadido, y recibe en tu dispositivo inteligente la claves para vivir una penitencia única, increíble, mientras te cuidas».
Las instalaciones del Paco Peña registran un lleno total desde el primer día. La Dra. Jurado se calza los cueros, el látigo y el antifaz y, al grito de «¡os va la marcha?», experimenta ahora con estímulos incondicionados en un público dispuesto a todo. «¡Ciencia para todas!», remata Jurado.
Subir, bajar, girar… Mm. Habrá que darse una vuelta por allí.