Julián Molina Illán

Ese Sr. del que usted me habla

13 de Diciembre de 2025
Guardar
Pedro Sánchez con gafas Dior, Ese Sr. del que usted me habla
Pedro Sánchez con gafas Dior, durante su comparecencia en el Senado

Hace ya unos artículos que expresamos la idea de que nuestro querido presidente, jefe espiritual, y Secretario General del Psoe, estaba amortizado; ésto no quiere decir que no pueda tener recorrido político en Europa, o como miembro del Consejo de Estado hacer labores de colaboración nacional, o internacional. Pero como líder ya no tiene credibilidad.

La cuestión no es que haya “mentido” muchas veces como le acusa la oposición; tampoco lo es el cuestionable éxito universitario y laboral de sus seres queridos, sus vergonzantes injerencias en las primarias regionales, o su imposición de líderes locales a su conveniencia. Todo lo anterior es matizable.

La cuestión es otra. La cuestión es que sus declaraciones últimamente están empezando a ser una falta de respeto a la “muchachada”. Yo no me considero una persona demasiado inteligente, pero que se cuestione mi inteligencia (aunque sea poca) no es algo que me divierta especialmente. Pedro Sánchez pasó centenares de horas encerrado en un coche con tres tiparracos teniendo conversaciones sobre lo humano, y sobre lo divino.

Recientemente hemos sabido que estos señores se arrimaron a la política, y a él concretamente, para medrar y disfrutar de lo que para ellos es una “vida estupenda”. Frente a todo lo que hemos sabido, el presidente dice que “no conocía a José Luis Ábalos en lo personal”. No, ni a los otros tampoco los “conocía”. Ni en lo político tampoco, porque no era “la política” lo que les hacía estar en política.

Ahora bien, y a Paco Salazar, su asesor personal, ¿tampoco lo conocía “personalmente”? Teniéndolo a cinco metros durante años, ¿no se dio cuenta de lo que era un escándalo “a voces”? Voy a aclararle un concepto (otro más) al compañero Pedro. El concepto es cómo distinguir a un corrupto. Hay dos grandes motivaciones en la vida, la Motivación Intrínseca, interna, aquella que nos impulsa a hacer las cosas por convicción, por el deseo imperioso de hacerlas, y la Motivación

Extrínseca, externa, o instrumental; ésta es la motivación que nos lleva a hacer cosas para la obtención de un beneficio, más o menos espurio. El gran motivador externo es el dinero, ya que, con dinero, se puede obtener todo lo que se desea (o casi…). Pues bien, cuando se está al lado de una persona que enaltece, se congratula, o manifiesta adhesión hacia las cosas que el dinero proporciona como mecanismo para obtener la felicidad, esa persona es corrupta, o protocorrupta.

Son corruptas, o protocorruptas, aquellas personas que hablan del placer de la comida, de los buenos coches, de la buena ropa, de la buena compañía… de las cosas, en definitiva, que pueden comprarse con dinero. Cuando se coloca a una persona así en un puesto de poder, utilizará ese poder para obtener más dinero, ya que, para esta persona, el dinero da la felicidad.

Y cuando más dinero, más felicidad. ¿Acaso Pedro Sánchez no oyó en esas cientos de horas de conversaciones íntimas en el coche ninguna referencia al gusto por la buena comida, los buenos puros, los coches de lujo, los grandes hoteles, y las chicas jóvenes? ¿No sospechó nada el compañero Pedro cuando sus acompañantes contaban lo bien que se lo pasaron, y lo mucho que disfrutaron en situaciones mediatizadas por el dinero? El verbo “haber” es el verbo de la corrupción: “Tanto tienes, tanto vales”. El verbo “ser” es el verbo de la honradez: Dime qué eres, y te diré quién eres (este refrán es mío). Cuando sus contertulios preconizaban el “haber” frente al “ser”… ¿no sospechó nada?.

La conclusión es ésta, y es demoledora. Si lo entendió todo y le pareció bien, o no le pareció tan mal, entonces el compañero Pedro no sabe lo que es el Socialismo, y él mismo, no es socialista (como tampoco lo son estos individuos más allá de que se les haya expulsado del partido); pero es peor si no entendió nada. Entonces estamos ante un iluso que “confía” en la gente por sus “sensaciones”. Un líder debe saber rodearse de gente caracterizada por el peso de su currículum, no por la dulzura de sus palabras.

En ambos casos, y dejo al arbitrio de los y las amables lectoras la determinación de cuál es peor, el compañero Pedro debería hacerse a un lado, promover unas primarias ¡sin favoritismos! para la candidatura en las próximas elecciones generales, apoyar firmemente a esta persona, y apoyar también, por favor, de una vez por todas, que esta persona sea una mujer. Un saludo a todo el mundo.

Lo + leído