Julián Arroyo Pomeda

Del debate al linchamiento: la política convertida en espectáculo de acoso y derribo

13 de Diciembre de 2025
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Del debate al linchamiento: la política convertida en espectáculo de acoso y derribo

Los ataques masivos en redes sociales solo fomentan la injusticia y el acoso. En España se está poniendo de moda. En cualquier plataforma en la que entres el acoso es a muerte con malas palabras, peor educación y total chabacanería. Me refiero al acoso ideológico que prolifera cada vez más. No se puede decir que no se está de acuerdo con cualquier tema para que la otra persona te ataque sin piedad, pero ¿por qué?

Hay que enfrentar los ataques masivos en redes sociales y dejar claro que no se toleran. En el Parlamento se tiran al degüello y la respuesta al ofendido es a muerte. Se pronuncian barbaridades y solo falta el reto con pistolas. Incluso se interpretan mal las situaciones para poder atacar de ese modo. Con lo interesante que resulta el parlamentarismo. Aquí es imposible y se le quitan a uno las ganas de verlo directo por televisión.

Hablemos claro y sin pelos en la lengua. Los ataques masivos no son debate, son linchamiento digital. Y un linchamiento nunca es justicia. Quienes se esconden detrás de un teclado para atacar en grupo no defienden la verdad, solo multiplican el odio. Esto no se puede normalizar. No es ‘libertad de expresión’ cuando se convierte en una avalancha de insultos. Es violencia disfrazada.

Es necesario recordar la dignidad humana. Cada perfil atacado es una persona real. Convertirla en blanco colectivo es deshumanizarla. El ataque masivo es la forma más cobarde de agresión: valentía fingida en manada, miedo disfrazado de fuerza. El acoso digital no destruye solo a la víctima, erosiona la confianza en toda la comunidad.

La estrategia de acción debe ser denunciar públicamente los ataques como violencia digital, no como simples “opiniones”. Hay que organizar resistencia: crear campañas que expongan cómo los ataques masivos son injusticia colectiva, no justicia popular. Dejar claro que no es debate, es acoso. Tu libertad acaba donde empieza mi dignidad. Exigir que plataformas asuman que permitir ataques masivos es complicidad con el acoso.

La clave está en cambiar el marco mental. Mientras se tolere el acoso, se normaliza la violencia digital; cuando lo nombramos como violencia, lo desarmamos. Tolerar el acoso es encubrir violencia. Nombrarlo como violencia es empezar a detenerlo, dado que cada insulto repetido en manada es un golpe digital. Y los golpes son violencia. No hay neutralidad frente al acoso: callar es complicidad, señalarlo es resistencia. La dignidad no se negocia. El acoso no se tolera, se denuncia como violencia. El silencio legitima al agresor; la palabra firme lo desenmascara.

El silencio legitima al agresor; la palabra firme lo desenmascara. Esa frase es un golpe directo contra la complicidad. Funciona como lema porque condensa la idea de que callar es permitir y que hablar con firmeza es resistencia.

El acoso, ya sea escolar, laboral o en cualquier otro ámbito, puede tener consecuencias devastadoras. No se trata solo de incomodidad momentánea, sino de un proceso que puede terminar en derribo emocional, social e incluso físico de la persona que lo sufre.

El acoso no se queda en un acto puntual: es un patrón que erosiona poco a poco la estabilidad de la víctima. Si no se frena, puede acabar en esa “destrucción” dejando huellas muy difíciles de reparar.

Lo fundamental es romper el silencio: hablarlo con personas de confianza, denunciarlo en los canales adecuados y buscar apoyo profesional cuando sea necesario.

El acoso en redes sociales (también llamado ciberacoso) es especialmente dañino porque se multiplica y se difunde con rapidez, y la víctima puede sentirse expuesta las 24 horas del día.

Se produce difusión masiva: un comentario ofensivo o una foto puede compartirse y hacerse viral. Hay anonimato: los agresores pueden esconderse tras perfiles falsos. Persiste en el tiempo: los mensajes quedan guardados y pueden reaparecer en cualquier momento. La víctima puede sentir que no tiene un espacio seguro en línea y acaba aislado.

Para enfrentarlo es preciso bloquear y denunciar: usar las herramientas de cada red para frenar al acosador; guardar pruebas: capturas de pantalla y registros son útiles si se necesita denunciar; configurar privacidad: limitar quién puede ver, comentar o compartir tus publicaciones; no responder: evitar entrar en la dinámica del acosador; no enfrentarlo en soledad.

Muchas plataformas (Instagram, TikTok, X/Twitter, Facebook) tienen secciones específicas para denunciar acoso y ofrecen guías de seguridad digital. Además, en España existen iniciativas como PantallasAmigas que trabajan en la prevención del ciberacoso.

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