Foto del perfil del redactor de DiarioSabemos Vicente Mateos Sainz de Medrano.

Cuando ya no se sabe qué hacer

08 de Octubre de 2025
Actualizado a las 12:24h
Guardar
Cuando ya no se sabe qué hacer
Aznar, Feijóo, Ayuso y Rajoy en la clausura del Congreso nacional del PP este domingo, foto PP

El conclave de barones del PP convocado por Feijóo en Murcia para aprobar su programa sobre la inmigración, y el acuerdo del Ayuntamiento de Madrid de apoyar la propuesta de Vox para que los trabajadores de todos los Centros de Salud y servicios sanitarios informen, de manera obligatoria, a las mujeres que desean abortar del riesgo que corren de caer en un falso y a científico síndrome posaborto, son los últimos ejemplos de la desorientación y falta de proyecto propio que lleva al PP a la práctica mimetización con el discurso y el proyecto político de Vox.

Cuando se agota, por saturación, el mantra de la corrupción que rodea al Presidente del Gobierno que ya solo atrae a los radicales, los hooligans—lo poco gusta y lo mucho cansa—, y se pierde el relato por la contumacia de no aceptar el término de genocidio para significar el exterminio del pueblo palestino por el Gobierno de Israel, que suscribe más del 80% de los españoles; la dirección de PP se lanza a buscar otros asuntos que le devuelvan el relato perdido, en la lógica de que cuando pintan bastos se quiera dar un giro al debate público. Lo penoso es que Feijóo y su equipo siempre escogen temas axiales del proyecto de la ultraderecha, centrado en crear conflictos sociales exacerbando problemas puntuales que no tienen la magnitud ni la gravedad que Vox les atribuye con datos e información falsa.

Terrenos como la inmigración y el aborto donde la derecha moderada tiene poco que ganar, porque en ambos asuntos el PP no tiene una posición clara, sino ambigua, atrapado por la ideología más carca y rancia que ya no casa con una sociedad abierta, diversa y dispuesta a reconocer derechos acordes con el Estado aconfesional sancionado en la Constitución. Indefinición que le lleva a cometer errores garrafales como volver a cuestionar el derecho al aborto reconocido legalmente y aceptado hace décadas por la mayoría social.

El respaldo del Ayuntamiento de Madrid, donde tiene mayoría absoluta, a la propuesta de Vox de informar sobre un inventado síndrome posaborto a las mujeres que necesiten abortar—ninguna mujer aborta porque sí—, es una vuelta a un pasado tridentino fuera de tiempo que beneficia a Vox y perjudica al PP. Craso error que ha obligado a Almeida a  recular, tarde, con una confusa declaración al afirmar que no se obligará a informar a las mujeres sobre un síndrome que no tiene reconocimiento científico, pero que le parece bien que se las informe sobre otros riesgos. ¿...? En paralelo, el PP se ha pronunciado en contra de la intención del Gobierno de blindar el derecho al aborto en la Constitución, para evitar cualquier tentación futura de la derecha de suprimirlo o recortarlo. ¿A qué tiene miedo el PP? 

El acuerdo alcanzado en Murcia sobre la inmigración, que ha obligado a firmar a todos los barones, es otra muestra de lo perdida que está la dirección del Feijóo. Rúbrica colectiva que denota desconfianza hacia los suyos a la hora de llevar adelante unas medidas absurdas como la del visado por puntos para los emigrantes, de claro poso racista al privilegiar la inmigración del continente americano, frente a los marroquíes y musulmanes en general, que durante casi siete siglos contribuyeron a configurar nuestra cultura, en igual medida que los ciudadanos venidos de las américas. Y por no hablar de los negros procedentes de África que no quieren ver ni en pintura acusados, en genérico y sin datos, de ladrones y violadores. Ideas de la ultraderecha que el PP sanciona implícitamente en su programa.  

Así, en lugar de distanciarse de la extrema derecha el PP se acerca cada vez más a ella, en una estrategia errónea que aumenta la pérdida de votos a favor de Vox, mientras abandona el más nutrido campo electoral de la derecha moderada. Abrazo del oso que, de manera incomprensible para muchos de sus votantes, dilapida su capital político.

El problema: Feijóo no sabe cómo contener esa vía de agua, porque le harían falta tres cosas que no tiene: autoridad para controlar a los díscolos y carcas que habitan en su partido, un proyecto propio centrado en la moderación, y verdadera disposición a la negociación y al pacto en los asuntos de Estado que afectan a la ciudadanía (vivienda). Por eso deambula perdido por la escena pública sin saber qué hacer para salir del laberinto que él mismo ha creado por su incapacidad y falta de conocimiento y liderazgo.

Lo + leído