Resulta llamativo, irónico y hasta patético que los dirigentes oficialistas la pasen mal y queden tan expuestos en entrevistas realizadas con comunicadores cercanos al pensamiento oficial. Si esto ocurre en terreno supuestamente amigo, uno no puede más que preguntarse: ¿qué carajo esperan que ocurra cuando salgan del búnker mediático y se enfrenten al mundo real?
La respuesta es simple: nada bueno.
Le ocurrió al Presidente Javier Milei con Eduardo Feinmann…
Y le ocurrió a Karen Reichardt con Jonathan Viale…
🤔 Milei sin respuestas: cuando el León se convierte en gatito
En el caso de la entrevista al Presidente es directamente preocupante cómo no tiene respuestas coherentes para explicar su gestión de gobierno. Y prestá atención a este detalle que no es menor: la pregunta de Feinmann atravesaba lo que el propio primer mandatario estableció como eje central de su accionar.
Sí, leíste bien. El Presidente no puede explicar su propio plan de gobierno. Es como si un chef no supiera qué ingredientes lleva su plato estrella. De preocupante para arriba.
Pero esperá, porque lo que viene es peor. Mucho peor.
💣 Reichardt y la 'enfermedad mental' de no votar a Milei
El caso de la candidata a Diputada Nacional Karen Reichardt es, en nuestra humilde opinión, significativamente peor que el papelón presidencial. Y mirá que había que esforzarse para superar esa vara tan baja.
Consultada por Viale respecto a cómo 'dar vuelta' la elección bonaerense (spoiler: no pueden), Reichardt soltó esta perla de sabiduría política que quedará para los anales del ridículo: había que 'ir a buscar' al 'electorado este que no fue a votar, Johnny, el que no fue a votar, ese… por ahí el del PRO, por ahí el que… bueno, ¿qué sé yo? por qué el otro… de verdad que es una enfermedad mental.'
Leelo de nuevo. Despacio. Saboreá cada palabra.
Según la lógica reichardtiana, quien no vota sus ideas tiene una enfermedad mental. Así nomás. Sin anestesia. Con toda la delicadeza de un elefante en un bazar.
🏥 La banalización de la salud mental: cuando la política se vuelve patología
Inicialmente, y esto no es negociable, es absolutamente repudiable la banalización que Reichardt hace de un padecimiento que sufren muchísimos argentinos. Un padecimiento que, producto de la crisis socioeconómica que se vive, que ha crecido exponencialmente, desde que Javier Milei preside la República,.
Los datos están ahí, fríos e incómodos como una ducha de realidad.
Si ella cree que tener una opinión discordante con su pensamiento es un padecimiento mental, arrancamos mal. Pero mal, mal. Estamos hablando de un reduccionismo político no solo insostenible sino peligrosísimo. Del tipo que hace crujir los cimientos democráticos.
🌍 El mundo no es blanco y negro (aunque a Reichardt le encantaría… sobre todo si fuera blanco)
El mundo no se divide bajo la lógica amigo-enemigo como planteaba Carl Schmitt en su teoría del derecho político. Tampoco bajo el primitivo 'conmigo o sinmigo' que pregonaba el inolvidable Herminio Iglesias con su cóctel molotov en mano.
El mundo, afortunadamente para la humanidad y desafortunadamente para los autoritarios de toda calaña, es mucho más diverso, complejo y matizado.
🎭 Cuando justificar empeora todo
Pero Reichardt, fiel a su estilo, decidió duplicar la apuesta. Porque cuando uno se mete en un pozo, lo lógico es seguir cavando, ¿no?
La candidata pretendió justificar su opinión (es decir, haciendo exactamente lo que ella cree que quien no piensa como ella no puede hacer, porque enfermedad mental y todo eso), y agregó esta joyita:
'Las personas que no tienen la capacidad de ver otra mirada, que vos me digas, yo estoy mirando algo, yo estoy mirando, veo que no tengo cloacas, veo que no tengo esto, ¿por qué sigo votando?'
Y se respondió a sí misma con la profundidad analítica de un charco: 'Las personas no es que piensan distinto. Es un tema cultural, no es un tema de pensamiento, es que piensan en Perón, es un tema de cultura que lo tienen adentro.'
Ahí lo tenés. El problema no es político, no es ideológico, no es de clase social. Es 'cultural'. Los que votan peronismo están enfermos culturalmente. Tienen el peronismo 'adentro' como si fuera un parásito.
La ironía de todo esto es apabullante: Reichardt acusa a otros de no tener capacidad para ver otra mirada mientras ella misma demuestra la rigidez mental de una estatua de mármol.
⚠️ El peligro del pensamiento autoritario
Es profundamente preocupante el pensamiento reduccionista, autoritario e intolerante de Reichardt. Y no, no es una exageración. Es un diagnóstico preciso de lo que acabamos de escribir.
Inicialmente, porque insistimos: el mundo no es dicotómico. Como dijera el gran Raúl Alfonsín, quien no piensa como uno puede ser un adversario pero jamás un enemigo.
🧩 La falacia del rejunte: lecciones que nunca aprendemos
El mundo político argentino no se divide, o no se debería dividir al menos, entre peronismo y no peronismo. Las experiencias históricas han demostrado hasta el hartazgo que los rejuntes pueden servir para ganar una elección pero no para gobernar una nación.
Hay que construir a partir de la pluralidad, no como oposición a algo sino en favor de algo. Sutil pero crucial diferencia que escapa a la comprensión de nuestros flamantes representantes.
🗣️ Una confesión necesaria
Yo no soy peronista. Lo digo con todas las letras y sin complejos. Y pese a ello, o por ello, hay cosas en las cuales coincido plenamente con el peronismo y otras en las que estoy en sus antípodas más lejanas.
Pero, y acá viene el punto que Reichardt no entiende: es necesario que todos estemos representados en la construcción del futuro común. Todos. Incluso los que piensan distinto. Incluso los que 'tienen a Perón adentro'. Incluso los que votan cosas que a vos te parecen incomprensibles.
Porque eso, querida Karen, se llama democracia.
🚨 El problema de raíz
Si partimos de la base que quien no piensa como yo tiene una enfermedad mental (argumento que muchos piensan y pocos tienen el descaro de decirlo públicamente con la crueldad explícita que lo dijo Reichardt), arrancamos mal. Malisimo.
Si creemos que quien vota al peronismo merece cagar en un balde o sufrir las siete plagas de Egipto, vamos mal. Porque además, y esto también se les escapa, el peronismo es lo suficientemente amplio para contener en su seno a las más variadas clases sociales. Los partidos políticos argentinos no tienen anclaje de clase mayoritariamente, y ahí radica gran parte de los problemas estructurales que enfrentamos como sociedad.
👑 La superioridad moral: ese viejo enemigo
Si creemos que tenemos la superioridad moral para dictaminar qué pensamiento es bueno y qué pensamiento es 'enfermo', entonces no entendimos absolutamente nada. Y lo que es peor: retrocedimos en la historia.
La historia argentina, esa maestra que nadie escucha, nos demostró una y otra vez que cada vez que hubo antagonismos irreductibles en el marco de la ley (o fuera de ella), las cosas no terminaron bien.
Para nada bien.
🛤️ Un camino peligroso con retorno posible
Mal camino pretende transitar Reichardt. Peligrosísimo, de hecho. Pero, y acá va el mensaje esperanzador de esta nota que hasta ahora no tuvo mucho de esperanzador: está a tiempo de corregir.
Ojalá lo haga.
Ojalá entienda que la democracia no se construye diagnosticando enfermedades mentales a quienes piensan distinto. Que la política no es una batalla psiquiátrica donde hay cuerdos e insanos. Que el otro no es un enemigo a exterminar sino un ciudadano con los mismos derechos y deberes.
Pero si miramos la tendencia general del discurso libertario, si observamos el patrón de comportamiento de sus dirigentes, si analizamos la retórica oficial... las chances son escasas.