Durante años, el sector de las VTC ha vendido una imagen de expansión imparable: crecimiento constante, presencia urbana masiva y una narrativa de “movilidad del futuro” que sonaba irresistible a los grandes fondos internacionales. Pero las piezas empiezan a encajar de forma inquietante cuando se revisan tres hechos que han pasado casi desapercibidos para la opinión pública y, sin embargo, podrían cambiarlo todo: la salida de Rakuten a pérdidas, la jurisprudencia demoledora del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional, y la aparición reciente de un fondo buitre comprando deuda de Vecttor, la principal filial operativa de Cabify.
Rakuten se marcha… y encima perdiendo dinero
El movimiento más llamativo ocurrió en 2023. Rakuten, gigante japonés del comercio electrónico, era uno de los mayores accionistas de Cabify. Controlaba aproximadamente el 47% del capital, una posición clave que durante años defendió públicamente como una apuesta estratégica.
Y sin embargo, en junio de 2023 dio un golpe inesperado:
- Anunció la venta total de su participación.
- Declaró que “había perdido la confianza en el modelo de negocio”.
- Reconoció que salía asumiendo pérdidas, algo muy poco habitual en un fondo de su tamaño.
Un inversor institucional no pierde millones voluntariamente sin haber visto algo preocupante. Y más grave aún: informó que tampoco veía claro que Cabify fuese capaz de sustentar en el futuro su operativa principal, basada casi por completo en servicios urbanos.
¿Por qué una retirada tan abrupta de un socio que había apostado tanto?
Para entenderlo, hay que mirar al otro lado del tablero: la jurisprudencia del Supremo y del Constitucional.
El choque legal: el Supremo y el Constitucional recuerdan que las VTC no están habilitadas para prestar servicio urbano
Este es el punto que rompe la narrativa oficial del sector.
Las VTC son autorizaciones estatales reguladas por la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres (LOTT) y, según la Constitución, pertenecen al ámbito del transporte intercomunitario e interurbano, no urbano.
Esto significa que no nacieron ni están diseñadas legalmente para operar como taxis dentro de las ciudades.
El Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo han establecido repetidamente que:
- Una Comunidad Autónoma no puede transformar una autorización VTC estatal en una autorización urbana.
- Ni las Comunidades ni los Ayuntamientos pueden habilitar a las VTC (estatales) para hacer servicios urbanos como si fueran taxis.
- Cualquier normativa autonómica o municipal que pretenda convertir una VTC (estatal) en un servicio urbano general invade competencias estatales y es inconstitucional.
Y las últimas sentencias del Tribunal Supremo (2023–2024) han sido especialmente duras.
En palabras llanas:
El Supremo ha recordado que una VTC NO está habilitada jurídicamente para operar como Cabify lleva años haciéndolo: servicios completamente urbanos, dentro de un mismo municipio.
Esto deja al sector en una posición extremadamente delicada.
Toda su actividad principal se basa en un uso que no encaja con el marco jurídico que interpreta el propio Tribunal Supremo.
Para un inversor serio, esto es un riesgo estructural.
Para un fondo japonés como Rakuten, que opera siempre bajo estrictos parámetros de seguridad jurídica, era un riesgo inasumible y probablemente por eso no solo salió por patas de Cabify sino que ademásnlo hizo A PÉRDIDAS ¡!
Y dos años después… aparece un fondo buitre
El último movimiento en este tablero financiero ha pasado más silencioso, pero es igual de revelador.
En 2025, el fondo King Street Capital Management, conocido internacionalmente como fondo buitre, irrumpió en el sector al comprar la deuda de Vecttor, la empresa de flotas vinculada a Cabify que opera miles de VTC.
¿Qué hace exactamente un fondo buitre?
Un fondo buitre:
- Compra deuda de empresas en dificultades a precio muy rebajado.
- Apuesta a que la compañía entrará en problemas reales.
- Se posiciona para:
- Forzar reestructuraciones,
- Ejercer control sobre activos,
- Influir en ventas forzosas,
- O cobrar intereses elevados por refinanciación.
Es decir:
Un fondo buitre sólo aparece cuando huele sangre. Cuando ve señales de que una empresa no va a poder pagar su deuda en condiciones normales.
Que King Street haya comprado deuda de Vecttor no es una buena noticia para los accionistas de Cabify.
Indica que el mercado percibe que la empresa puede necesitar una reestructuración profunda, o que su base legal —ya cuestionada por el Supremo— puede afectar gravemente a su capacidad futura para operar y generar ingresos.
¿Están conectados estos hechos? Todo apunta a que sí
No hay un documento oficial que lo declare, pero la secuencia es demasiado clara para ignorarla:
- Rakuten analiza la situación del sector y de la jurisprudencia.
- Detecta un riesgo legal que afecta al corazón del negocio.
- Pierde la confianza, vende su participación y su deuda asumiendo pérdidas.
- La empresa queda debilitada financieramente.
- Aparece King Street, comprando deuda de una filial crucial como es Vecttor.
- Esto sólo ocurre cuando el mercado percibe fragilidad real.
El patrón es inequívoco: los inversores tradicionales se marchan y los inversores oportunistas, los buitres, aparecen.
Un mensaje para los actuales accionistas: el riesgo ya no es teórico Cabify ha sostenido durante años que el sector es sólido, en crecimiento y respaldado por la modernidad.
Pero la jurisprudencia del Supremo y el Constitucional dice lo contrario.
Y los inversores que conocen cómo funcionan los mercados han actuado en consecuencia.
Cuando un gigante como Rakuten abandona y un fondo buitre entra por la otra puerta, algo grave está pasando. No es ruido mediático.
No es incertidumbre temporal.
Es la señal de que el modelo de negocio puede estar entrando en una fase crítica. Los accionistas actuales deben entender que:
- La base jurídica del negocio no está garantizada.
- La entrada de King Street no es una casualidad, sino una alerta roja.
- La competencia regulatoria y los litigios futuros pueden devaluar sus activos.
- La estructura de deuda podría dejar a la empresa en una posición negociadora débil.
Este es el momento de reconsiderar estrategias, abrir vías de diálogo y negociar soluciones que eviten desenlaces más duros.