Acción mutante

08 de Noviembre de 2023
Actualizado el 08 de octubre de 2025
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“En un futuro gobernado por la gente guapa, un grupo de terroristas secuestra a la hija de un empresario rico. Con esta acción el grupo terrorista mutante quiere reclamar los derechos de la gente fea”.

Esta es la sinopsis que,  en las redes, describe el argumento de aquella ópera prima de Álex de la Iglesia rodada en 1993, cuando España caía por la pendiente deslizante económica tras la euforia olímpica, del Quinto Centenario y de la Expo de Sevilla. En el espejismo del 92 parecía que España llegaba al no va más, y que dejaba atrás para siempre los oscuros tiempos de la “transacción” con aquella intentona golpista de la que ahora sabemos que fue un burdo montaje, un esperpento fallido tanto en la representación escénica como entre bastidores.

Bea Talegón se hacía eco en Diario Sabemos de la siguiente noticia: “«Acción Civil» difunde una carta en los cuarteles militares planteando un golpe de Estado”.

Ese colectivo autodenominado «Acción Civil» difundía por cuarteles militares de España una misiva en la que se identificaban como “nosotros, el pueblo” y con una serie de proclamas catastrofistas y ultra patrióticas que se resumen en la frase:

“La acción política, abyecta y genocida que está llevando a cabo el poder establecido nos precipita a un desastre sin precedentes. La partitocracia está agrietando a la patria con separatismo, mercadeo político y pérdida de soberanía nacional”

Llaman a las fuerzas armadas a actuar desobedeciendo “el mandato de órdenes superiores”, y concluye con una serie de afirmaciones populistas referidas a la supuesta “pérdida de soberanía” e injerencia de fuerzas extranjeras.

Los ciudadanos que vivimos la pantomima de la intentona golpista del 81, carecíamos entonces de la información que hoy disponemos para saber que el tablero de juego político de España siempre ha tenido muy pocos jugadores con las piezas en su poder
Aquel “ruido de sables” que tanto nos asustaba en aquella época, ahora sabemos que no eran  más que bravuconadas y efectos teatrales por parte de sectores secundarios que pretendían hacer valer sus influencias, a fin de no perder tajada en el reparto de la tarta que suponía aquella transición ya largamente planificada y pre-diseñada desde las mismas potencias anglosajonas.

Esas potencias que ya dirigían el cotarro por control remoto en España desde los años 50, y que decidieron apoyar el régimen franquista con la finalidad de que la OTAN dispusiese del territorio español en su estrategia de expansión por toda Europa y más allá.
Tan perfilado estaba aquel proyecto que hasta el mismo dictador sabía que había que esperar a su muerte para representar con un mínimo de credibilidad el paripé de “transición a la democracia”.

Sabiendo lo que ahora sabemos, causa no ya asombro ni risa, sino hartazgo y vergüenza ajena que un colectivo se atreva a identificarse como “nosotros, el pueblo”, y componga un burdo libelo pretendiendo que el conjunto de la ciudadanía se sienta identificado con esa sarta de disparates y afirmaciones absurdas, que llaman a un supuesto sentimiento “patriótico”.

No sé a qué ”inteligencia preclara” se le ha encargado buscar los argumentos que se suponen deben hacer que los ciudadanos de España se sientan identificados con esa “noble causa de la salvación de España”.

¿En serio los ciudadanos de este país no han tenido mayores sufrimientos y preocupaciones en todos estos años que “la sagrada unidad de España”?

¿En serio ese grupo autodenominado «Acción Civil», consideró que el hecho de que uno de cada tres niños de este país sólo pudiera hacer una comida decente en la escuela no era razón suficiente para alzar la voz y protestar?

¿En serio éstos que dicen hablar en nombre de “nosotros el pueblo”, cuando vieron que en este país se habilitaban desahucios exprés por la vía rápida, y se montaban dispositivos policiales similares a los destinados a bandas de narcotraficantes para echar a ancianos y gente discapacitada de sus casas, no vieron todavía ninguna razón para actuar? ¿Ni siquiera cuando muchos pobres ciudadanos se suicidaban ante la inevitable expulsión de su propio hogar sin alternativa alguna?

¿O cuando se aplicaron medidas arbitrarias para confinar a la población y negarles el derecho a la libre circulación por una supuesta “pandemia” que jamás tuvo más mortandad que cualquier año anterior en comparación, de enfermedades como neumonía o tuberculosis? ¿O se les coaccionó a inocularse un tratamiento experimental que ahora sabemos que es ineficaz y peligroso?, ¿o se les obligó a ponerse unas mascarillas que nunca habían demostrado ninguna eficacia para parar el virus?

Y si no hubo razón suficiente para que estos “patriotas” reaccionaran, ¿tampoco la hubo cuando supimos que a hasta 30.000 ancianos se les dejó morir en geriátricos de forma innecesaria por la aplicación de “protocolos de emergencia” mientras las plantas de los hospitales estaban vacías como así lo atestiguó algún médico honesto en la TV pública?

Me pregunto qué perfil de personalidad hay detrás, qué nivel social se esconde, o cómo se ganan la vida los componentes de este esperpéntico colectivo llamado «Acción Civil». Trabajadores seguro que no son, porque a cualquier trabajador que ha vivido estos años de catastrófica gestión social, política, económica, educativa y sanitaria, lo que menos le preocupa ahora es ese juego de trileros (como muy bien lo denomina Bea Talegón) montado alrededor del “procés” y el mercadeo político de la amnistía.

En este país hemos visto saltar por los aires los derechos y libertades ya con las medidas de la plandemia. Lo que rompe España nunca ha sido ni la democracia ni la libertad de expresión, ni el votar en un referéndum que nunca mereció reproche penal, sino la corrupción, la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores (que en este país ha ido a la baja incluso en la época de vacas gordas) y la especulación y privatización de los bienes y servicios de primera necesidad.

Así que, a esos falsos ciudadanos que se autoproclaman “nosotros el pueblo”, deberían tomar buena nota que para pretender movilizar al pueblo, primero deben ponerse en su piel, saber lo que se siente cuando se trabaja cada vez más para ser cada vez más pobres y conocer la amargura de saber que sus hijos van a tener una vida peor aún.

A esos del cubata en la mano, del postureo de bar, del patriotismo hooligan, les quiero dedicar la letra de una chirigota maravillosa, que en Cádiz cantaron LOS ÁNGELES DE LA GUARDA en 2018:

No me envenenaY como soy un ángelMe la suda las banderasHasta puedo entenderQue luchen por su independenciaPues muchas veces a mi Este país me da vergüenza Me da vergüenzaLos que mandaronLa policía pa molerA un pueblo a palosY el patriotismoDel que presumieronMuchos españolesCon las banderasEn sus balconesYo no los vi sacar la banderitaContra los ladronesContra los recortesO con las pensionesNunca los vi colgarlaPor la sanidadY por tantos paraosQue no pueden másY cuando terminemosCon tós los mangantesCuando por fin no quedeNi un solo niñoQue pase fríoNi pase hambreCuando no haya mujeresNi listas de nombresQue mueren maltratadasA manos de un hombreCuando se aclare el futuroY no sea el culo en educaciónY cuando en esta naciónHasta el rey pueda votarseY si el cuñado robóQue lo pague con la cárcelCuando se acabe la fiestaDe la espada y la muletaCuando ya no quede nadieEnterrado en las cunetasEntonces ve donde quierasSaca tu trozo de telaSaca tu trozo de tela Y presume de banderaY presume de bandera.
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