Felipe VI reconoce públicamente que la Transición "no fue perfecta"

Por otro lado, ha ensalzado aquel momento histórico por el hecho de que las diferencias se solucionaran desde el consenso y el diálogo y no desde la crispación, como sucede en la actualidad

21 de Noviembre de 2025
Actualizado el 27 de noviembre
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Felipe VI Transicion
Felipe VI en un momento de su discurso

España vive un peligroso clima de polarización y con una creciente sensación de agotamiento institucional. Ante este escenario, y en medio de los actos de celebración de los 50 años de Monarquía, el rey Felipe VI apeló hoy al espíritu de la Transición como un referente de reconciliación y búsqueda de acuerdos. Lo hizo durante un acto solemne en el Palacio Real en el que impuso el Toisón de Oro a la reina Sofía, al expresidente Felipe González y a los padres de la Constitución Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, un homenaje con motivo del 50º aniversario de la restauración de la monarquía parlamentaria.

Frente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, el monarca trazó un paralelismo explícito entre el clima político actual marcado, según dijo, por un desacuerdo que “se expresa con crispación”, y el espíritu conciliador que permitió la consolidación democrática en los años setenta.

Felipe VI insistió y reconoció que la Transición “no fue perfecta”, pero advirtió de que “valorarlo solo por lo que omitió sería injusto”. En su análisis, la clave del proceso residió en priorizar la reconciliación y la estabilidad, y en ser capaces de “conciliar el deseo de cambio con el orden legal existente”. Para el monarca, aquella generación no solo impulsó un logro político y jurídico, sino “cívico y moral”.

El rey reivindicó, además, el carácter pactado de la Constitución de 1978 y la instauración de una monarquía parlamentaria que, según defendió, permitió el desarrollo de “un sistema democrático plural y estable”. En su relato, los protagonistas de la Transición demostraron que ningún grupo podía imponer por completo su visión, porque la convivencia exige “ceder algo para ganar un futuro común”.

Método frente al mito

Sin caer en la idealización, Felipe VI pidió rescatar el “método” de la Transición: “la palabra frente al grito, el respeto frente al desprecio, la búsqueda del acuerdo frente a la imposición”. Un mensaje que adquiere especial resonancia en una etapa marcada por el enfrentamiento político, la judicialización del debate público y la desconfianza entre instituciones.

El monarca recordó que el proceso hacia la democracia no fue espontáneo ni exento de riesgos, sino paulatino, frágil y cimentado en pactos, conversaciones y concesiones. Pero, sobre todo, se apoyó en algo que hoy vuelve a parecer escaso: el “respeto mutuo” entre adversarios políticos que, tras décadas de represión, dieron un “gesto político revolucionario”.

Memoria, violencia y democracia

Felipe VI también reservó un espacio para reivindicar la memoria de las víctimas del terrorismo, a las que consideró parte esencial de la construcción democrática. “Nunca deben estar ausentes de nuestra memoria colectiva”, afirmó, subrayando el desafío que supuso mantener el rumbo democrático en medio del “vil azote de la violencia terrorista y extremista”. Eso sí, volvió a dejar en la carpeta de "Borrador" cualquier referencia a las víctimas de la dictadura. 

En este punto, el monarca apeló a los jóvenes que han crecido en una democracia consolidada y que “quizás no lleguen a hacerse una idea de todo lo que implicó dar forma a aquella convivencia”. El mensaje, aunque institucional, contenía una advertencia implícita: la democracia actual es heredera de un proceso frágil que requirió enormes esfuerzos y que hoy no debe darse por descontado.

Mensaje político en clave histórica

Aunque el discurso se enmarcó en un acto institucional, su contenido tuvo inevitable lectura política. La insistencia en la necesidad de acuerdos, respeto y moderación resuena en un momento en el que el debate público está marcado por la desconfianza, las acusaciones cruzadas de deslegitimación y el cuestionamiento constante de las reglas del juego.

Felipe VI no mencionó explícitamente la situación política actual (ni amnistías, ni conflictos institucionales, ni tensiones territoriales), pero su llamamiento a rescatar el espíritu de la Transición es un claro recordatorio un recordatorio de que los grandes consensos no nacen del ruido, sino del compromiso. Y más aún cuando el mayor peligro de reinstauración del autoritarismo sigue ganando adeptos que se cuentan por miles cada día. 

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