Triunfo electoral y profundo desgaste del proyecto de Javier Milei

Aunque su partido obtuvo un respaldo mayoritario en las elecciones legislativas argentinas, el líder libertario enfrenta la contradicción de una victoria que refuerza su mando mientras su agenda batalla con la gobernabilidad y la adversidad económica

27 de Octubre de 2025
Actualizado a las 9:23h
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Triunfo electoral y profundo desgaste del proyecto de Javier Milei

Lo que parecía un trampolín para consolidar un cambio estructural se ha convertido en un momento en que el poder exhibe su propia fragilidad. Milei sale de las urnas fortalecido en términos de bancadas y visibilidad, pero debilitado en materia de gobernanza, cohesión política y legitimidad social. Esa grieta, silenciosa hasta ahora, empieza a manifestarse con claridad.

Victoria y refuerzo institucional, pero sin hegemonía

El revés que sufrió Milei en la provincia de Buenos Aires semanas antes de los comicios nacionales no fue suficiente para frenar su impulso: su partido superó el 40 % del voto global, obteniendo así el tercio necesario en la Cámara de Diputados para blindar decretos presidenciales, lo que significa un triunfo estratégico. Sin embargo, esa victoria no se traduce en hegemonía absoluta. Su bloque sigue sin mayoría propia para legislar sin aliados, lo que le obliga a pactar con la derecha tradicional, ilustrando que la gobernabilidad sigue sujeto a concesiones. La paradoja es evidente: ganar para asegurar un proyecto que —en la práctica— permanece limitado por dependencias y contradicciones.

Austeridad, ajuste y el coste social

Desde que asumió el mando, el presidente promovió una agenda económica de choque: reducción del déficit, drástica caída de inflación y liberalización.Pero estos logros macro no han sido acompañados de alivio perceptible para amplios sectores de la población: el desempleo, la informalidad y la precariedad laboral se mantienen altos; el malestar se filtra, aunque no siempre se traduzca en votos.

El triunfo en las urnas permite a Milei proclamar que el modelo funciona, pero al mismo tiempo, el antagonismo social crece. Según estudios, la aprobación hacia su gestión ha empezado a ceder y la combinación de ajustes sin red de protección evidente abre brechas de legitimidad. Se libra una batalla permanente entre el resultado electoral y la realidad cotidiana del electorado.

Populismo liberal, estilo disruptivo y ecos internacionales

El discurso de Milei mezcla reivindicación del libre mercado, desprecio por el «establishment», eslóganes de cambio radical y sintonía con figuras como Donald Trump. Esa retórica facilita la movilización electoral, pero también limita la gobernabilidad. El hecho de que un actor externo haya condicionado un rescate financiero al resultado electoral refuerza la tesis de que el proyecto está mediado por factores que escapan al control doméstico. Además, su estilo hiperactivo —exhibicionista, polarizador— lo sitúa en terreno de efectos rápidos, pero de efectos estructurales inciertos. El desgaste político se acumula en silencios, en alianzas urgentes, en escasez de proyectos de largo aliento.

¿Qué queda del cambio prometido?

Más allá del perfil de outsider y del discurso fragmentador, lo que está en cuestión es la transformación real del contrato social argentino. El triunfo electoral no borra los interrogantes: ¿puede un modelo liberal-extremo sostenerse sin una red pública fuerte? ¿Qué pasa con los sectores vulnerables cuando la lógica es ajuste y mercado? ¿Cómo puede legitimarse un poder que fomenta la competencia en lugar de la empatía estatal, y que ocurre en un país con marcada desigualdad?.
La respuesta no está en las cifras del domingo, sino en las citas de los próximos meses, en la capacidad de traducir mayoría electoral en gobernabilidad democrática. Si aquello no ocurre, la parálisis podrá llegar no desde la oposición, sino desde la erosión interna del propio proyecto.

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