A Milei se le queda la motosierra sin gasolina

Los escándalos de corrupción y la reacción popular arrinconan a Milei en plena campaña. Ni Bukele, ni Freud, ni el “anarco-capitalismo” logran rescatarlo

28 de Agosto de 2025
Actualizado a las 11:13h
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A Milei se le queda la motosierra sin gasolina
Isabel Díaz Ayuso y Jorge Milei | Foto: CAM

Ni los aullidos libertarios ni los gritos histéricos contra el “colectivismo” sirvieron de escudo. Javier Milei tuvo que ser evacuado entre insultos, piedras y botellas en Lomas de Zamora, mientras las denuncias de corrupción se amontonan como escombros bajo su púlpito mesiánico. En lugar de propuestas, el oficialismo responde con teorías conspirativas y ensayos de victimismo que ya no convencen ni a sus propios creyentes.

El profeta libertario huye del pueblo

El mito de Milei, ese economista devenido performer de la antipolítica, empieza a fracturarse allí donde más duele: en la calle. Este miércoles, durante una caravana electoral en Lomas de Zamora, el autoproclamado azote del “Estado parasitario” debió retirarse a toda prisa cuando un grupo de ciudadanos, hastiados de su arrogancia y su indolencia, le respondió como él suele hacer: con visceralidad y sin filtros.

Piedras, huevos, ramas y botellas volaron contra el vehículo descapotable que transportaba a Milei y a su omnipresente hermana Karina, la verdadera arquitecta de su maquinaria de poder. La policía actuó con rapidez, y el presidente fue evacuado en un coche blindado, mientras su candidato en la provincia escapaba en motocicleta como si de una película de bajo presupuesto se tratase.

Pero no era un acto de campaña cualquiera. Era el primer baño de realidad de un presidente que, tras meses de gobierno, ha demostrado ser más eficaz en alimentar su ego que en gestionar una nación en crisis. La insatisfacción ya no se expresa solo en redes sociales ni en titulares críticos: ha tomado cuerpo en las calles, donde las promesas libertarias se han disuelto como humo entre tarifazos, recortes sociales y sospechas de corrupción.

Del delirio mesiánico al lodo judicial

Mientras Milei repite, como un mantra gastado, que “todo es mentira”, los audios filtrados desde la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) describen algo muy real: una presunta trama de sobornos que salpica a miembros de su círculo íntimo, incluida su hermana Karina. El caso involucra a Diego Spagnuolo, abogado cercano al presidente, cuya voz —según revelaciones periodísticas— explica con toda claridad cómo se cobraban mordidas a cambio de contratos públicos.

La respuesta del Gobierno fue destituir a Spagnuolo y lanzar una auditoría interna, un movimiento más estético que político. Milei, lejos de asumir responsabilidad alguna, ha elegido el atajo habitual del populismo de manual: negar todo, culpar a “la casta” y denunciar conspiraciones populistas. El guion es tan previsible como desgastado.

No es casual que el fuego popular coincida con el fuego judicial. El clima político en Argentina se ha caldeado, no por una supuesta reacción “kirchnerista”, como repite el oficialismo, sino por una ciudadanía que empieza a comprobar en carne propia que el proyecto mileísta no era una revolución liberal, sino un experimento fallido de autoritarismo disfrazado de libertad.

La evacuación de Milei de un acto público en plena campaña simboliza el agotamiento de su retórica. Porque, cuando la épica libertaria se queda sin resultados concretos, la furia retorna a quien la sembró con tanto empeño. Y cuando el pueblo identifica que su hambre no se cura con citas de Hayek ni insultos a la agenda de género, entonces deja de aplaudir y empieza a exigir.

Javier Milei llegó al poder como un torbellino, prometiendo dinamitar los cimientos del Estado. Hoy, su presidencia parece más bien una ruina prematura de su propia arquitectura discursiva. Y si el escándalo de ANDIS sigue escalando, el problema no será de percepción, sino de delitos. La verdad es que los lobos libertarios también huelen a carroña cuando gobiernan.

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