El ministro de Defensa de Italia, Guido Crosetto, lanzó una severa advertencia a la Unión Europea y a la OTAN al presentar un documento de 125 páginas en el que denuncia la “inercia” occidental ante el incremento de ataques híbridos atribuidos a Rusia. El informe, titulado “Contrarrestar la guerra híbrida: una estrategia activa”, sostiene que el continente ya se encuentra bajo una ofensiva constante que golpea infraestructuras críticas, servicios esenciales, centros de decisión y el tejido social de los países europeos, con un riesgo creciente de consecuencias “catastróficas”.
Crosetto argumenta que Occidente está reaccionando como si la amenaza fuera distante o contenible, cuando en realidad, según afirma, las democracias europeas se hallan inmersas en un “conflicto asimétrico” para el cual sí cuentan con herramientas, pero que no están empleando con la suficiente firmeza. El ministro compara la actitud actual con la de un país que, ante una invasión convencional, optara por encerrarse en casa esperando a que el enemigo se retirase. A su juicio, los lentos procesos de toma de decisiones dentro de la Unión Europea y la OTAN, basados en consensos que tardan en materializarse, impiden una reacción proporcionada al reto que plantea Moscú. Esa dinámica, advierte Crosetto, mantiene a Europa “constantemente por detrás” de Rusia. En su diagnóstico, no solo el Kremlin representa un desafío: también China, Irán y Corea del Norte figuran entre los actores que utilizan tácticas híbridas para influir en las dinámicas internas de las democracias occidentales.
El documento repasa una serie de incidentes recientes que, según Crosetto y diversas agencias de inteligencia occidentales, forman parte de una estrategia de desestabilización sostenida. Cita ataques informáticos atribuidos a grupos de hackers vinculados a la inteligencia militar rusa que habrían apuntado contra empresas de defensa, transporte y tecnología involucradas en la ayuda a Ucrania. También menciona incendios provocados en depósitos de material bélico destinado a Kiev en territorio polaco; la presión migratoria ejercida por Bielorrusia, aliada de Moscú, para tensionar a Polonia; la aparición de drones no identificados en aeropuertos europeos; y supuestos intentos de interferencia en procesos electorales, como las pasadas elecciones presidenciales en Rumania. Uno de los episodios más recientes tuvo lugar el domingo, cuando una explosión interrumpió una línea ferroviaria polaca. Varsovia calificó el hecho de “sabotaje” y señaló a dos ciudadanos ucranianos que, según su investigación, actuaban bajo órdenes rusas.
El centro de análisis Globsec, con sede en Praga, ha registrado más de un centenar de actos de sabotaje o intentos de ataque en Europa entre enero y julio, principalmente en Polonia y Francia, presuntamente vinculados a operaciones rusas. A juicio de Crosetto, esta proliferación de incidentes refleja una estrategia que busca desgastar a los Estados europeos hasta erosionar su cohesión interna y su capacidad de decisión. El ministro sostiene que Rusia está librando una guerra de información destinada a manipular percepciones públicas, alimentar divisiones políticas y poner a prueba la resiliencia de las democracias que apoyan a Ucrania. Este tipo de operaciones, subraya, termina influyendo en las creencias de los ciudadanos, en la estabilidad interna y, en última instancia, en la soberanía de los Estados.
Frente a este escenario, Crosetto reclama abandonar la postura meramente reactiva y adoptar un enfoque coordinado que combine prevención, resiliencia y capacidad ofensiva. Propone la creación de un Centro Europeo para la Lucha contra la Guerra Híbrida que unifique la respuesta continental, así como la formación de una fuerza cibernética de 1.500 especialistas capaz de intervenir con rapidez. La estrategia incluye también la incorporación de personal militar especializado en inteligencia artificial, protección de cadenas de suministro y combate de la desinformación.
Las advertencias del ministro llegan en un momento en que varios gobiernos europeos reconocen, aunque de manera discreta, su preocupación por el aumento de operaciones encubiertas en el continente. Sin embargo, persisten las reticencias a adoptar una respuesta más contundente que pueda agravar la tensión con Moscú. Con su informe, Crosetto busca colocar la discusión en el centro de la agenda de seguridad europea, convencido de que la amenaza ya no es teórica. Si Europa continúa sin actuar con la determinación necesaria, advirtió, la próxima ofensiva híbrida podría provocar daños irreversibles para la estabilidad del continente.