Tampoco se trata de que lo desprecie. Pero es evidente que a Carlos Alcaraz "no le pone" el simple dinero. Le gusta la gloria y le gusta jugar al tenis; y por eso siempre que puede se lo toma como un divertimento.
En Arabia se lo pasó bien jugando con Sinner, modalidad divertimento, pero se notaba que le faltaba motivación. Y quizá mucha gente piense que seis millones de dólares es una motivación más que suficiente para cualquiera, pero no para Donca Alca. Ya tiene dinero de sobra para varias vidas. Se lo gasta fletando un avión para llevar a sus amigos a un torneo, o para montar una superjuerga, o para lo que sea.
Me atrevo a pensar que ni siquiera sabe exactamente cuánto tiene. Eso es cosa de los que le sobrevuelan y rodean y velan por el negocio.
Jannik Sinner, en cambio, adora el dinero. Seguro que sí que sabe cuánto tiene. Seguro que también sabe qué tipo de cosas se pueden comprar con dinero. El año pasado en el Slam de los Seis Reyes dijo que necesitaba el dinero. Y era cierto. Los abogados son caros, como pistoleros, cuando hay que dejar reducida una sanción de dos años por dopaje a tres meses.
A Carlos Alcaraz le importaba media C de las tres de las que habla su abuelo ganar o perder el Slam de los Seis Reyes. El Slam del Islam.
No jugó mal. Pasó el rato.
Llévate tu la pasta, compañero.
Nos vemos en el siguiente Grand Slam auténtico, esos que se juegan a cinco sets.
Australia, aún no lo he ganado y allí verdaderamente nos miraremos a los ojos y veremos quién es más fuerte, más duro y más primero.
Tigre Tigre