Horror en el hipermercado de la Fórmula 1, terror en el ultramarinos de la FIA. Max Verstapen ha desaparecido y nadie sabe cómo ha sido, como cantarían Alaska y los Pegamoides si fuesen seguidores de la Fórmula 1 tras la clasificación del Gran Premio de Brasil.
Pec.
Si Norris consiguiese sacarle veinticinco puntos al tetracampeón holandés la lucha por el Mundial que tanta ilusión hace a los espectadores, y aún más a Liberty Media, quedará convertida en humo. Pec.
Y lo cierto es que Lando Norris lo está haciendo fantástico. Pilotando como un verdadero campeón y demostrando que es capaz de ser dueño de sí mismo, aunque el precio sea bajarse del auto con las piernas tan mantequillosas que se le doblaban solas.
Pinta mal para el espectáculo. ¿Quién va a ver la última carrera sí la lucha por el Mundial queda sentenciada antes? En los últimos meses Liberty Media lo está manejando como si la Fórmula 1 fuese una novela que escriben sus amanuenses. Todo control para que el lector siga enganchado y ese trague toda la publicidad que le echen. Pero si finalmente Norris gana en Brasil y Verstappen no puntúa... Los Liberty boys van a tenerlo dificilísimo.
Pero... sucede que Max es más. Max es más que un buen piloto. Max es más que una estrella del espectáculo. Max demostró el año pasado en este mismo Gran Premio, el de Brasil, que es capaz de ganar en una carrera de coches al mismísimo diablo. Salió en la posición diecisiete y acabó en lo alto del podio.
El domingo a las siete de la tarde hora española Max Verstappen volverá a estar dentro de un coche que en teoría no funciona y es muy inferior a los McLaren. Pero Max es más.
Crucemos los dedos y confiemos que el genio natural del tetracompeón se alíe con Liberty Media y hasta la última carrera de este mundial no quede nada decidido y continúe el espectáculo.
Max es más .
Tigre Tigre