Y en verdad sucede que todo le da igual. A Max Verstappen todo le da igual, gane o pierda la siguiente carrera, se haga o no finalmente con el Mundial de Fórmula 1 2025.
Le gusta tanto el momento que está viviendo, le hace tan feliz. Se ríe, como un loco. Como el diablo. Toda la presión es para Lando Norris, él simplemente tiene que jugar y disfrutar.
La descalificación de los McLaren en Las Vegas es el regalo más inmenso que podía imaginar.
Ya sabe, como sabemos todos, que si Lando, Lando Norris, el primer piloto de McLaren (a pesar de que en la escudería digan que los dos pilotos son iguales), lo tiene en teoría fenomenal. Le bastaría con salir con dos puntos de ventaja de la doble cita en Qatar. Incluso le valdría con un punto de ventaja.
Lo malo es que el pobre Lando tiene todo que perder, y lo bueno es que Max lo tiene todo por ganar.
Todos los comentaristas de prensa de Fórmula 1, y nos incluimos aunque lo nuestro no sea lo habitual, estamos con la sonrisa puesta, de oreja a oreja, veinticuatro horas al día. El viernes vuelve a comenzar el combate brutal.
Nadie quiere, por supuesto, que Norris se proclame ya campeón en Qatar. En todo caso que lo haga en Abu Dhabi, porque lo que queremos, todos, es más espectáculo. Más más más. Más. Max.
Se ríe, feliz como un diablo, el que sin duda es el mejor piloto de la parrilla actual (con el permiso de Fernando Alonso, quizá sería el único que en igualdad de circunstancias le podría ganar).
Se ríe el diablo. Se ríe Max. Tiembla Lando Norris. ¿Y Piastri? ¿Quién es Piastri? Ah, sí. Ese que va empatado a puntos con Max. Lo lleva claro, el pobre chaval.
El mundo de la Fórmula 1 está en llamas, es un infierno para el pobre Norris y McLaren, es el sitio donde mejor y más a gusto pueden sentirse Red Bull y Max.
Tigre Tigre