Luis Alberto de Cuenca y la RAE

09 de Noviembre de 2025
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Luis Alberto de Cuenca y la RAE

Tiene esa voluntad —que a veces duele—
de hacer lo justo, incluso en este mundo
de memes, algoritmos y estupores.
Y lo hace con talento y con estilo,
como un héroe de cómic o de Homero.

Sus gestos son sonetos, y sus versos
tienen la luz de un cuadro de Durero.
Es el mayor poeta de esta era,
lo sabe el dios del rock y el buen librero.

De él aprendemos todos, sin remedio,
con esa fe que aún guardan los románticos.
Y al nombrarlo, con whisky o con bolígrafo,
tan solo cabe un nombre: Maestro.

El 29 de mayo de este mismo año le negaron la entrada en la Real Academia Española a Luis Alberto de Cuenca. No escribí nada en su momento. Quería que pasase el tiempo. Buscar una explicación para mí mismo. Desde mi libertad de solitario y orgulloso asilvestramiento. Ya la tengo. Aquí la dejo.

ERA DEMASIADO GRANDE Y NO CABÍA POR LA PUERTA.

A mí me basta con eso. Lo explica todo.

Luis Alberto de Cuenca es demasiado grande y no cabe por la pequeña puerta de la academia. Pretextos absurdos. Imposible tomárselos en serio. Podían decirse muchas cosas y se dijeron. Espadas de tinta entrechocando al borde del alero. Prada demostró ser el más diestro. Pues tú más. Pues tú menos. El resultado es una pequeña tragedia. No para el mayor poeta vivo en lengua española del momento. Es una tragedia para la Academia. Todo mentira, como el retrato de Cervantes que preside su salón de actos. La Academia es algo oscuro, un coto privado. Si alguien lo duda que busque en sus presupuestos. La cuantía de las dietas que se reciben por ir los jueves es gran secreto; ni siquiera la IA tiene acceso. 

Bajemos un poco más la altura de la puerta, para que no puedan entrar los gigantes verdaderos. Aunque se agachen, aunque sean seres humanos maravillosos y creadores excelsos.

No cabes aquí. Eres demasiado grande, Luis Alberto.

Excélsior

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