Qué divertido sería que yo fuese un Gran Pope de la cultura y bastase este artículo para cambiar el nombre del café literario más mítico de Madrid, el Café Comercial, por el de “Café de Isla Grande”. Pero, aunque no sucederá tal prodigio, dejo aquí dicho con toda claridad que Isla Grande, Rafael Soler, el Anfitrión, se lo merecería, dada la labor que está haciendo -y por cómo la está haciendo, con las tres ces del abuelo de Alcaraz- para dar visibilidad a la literatura y a todos los habitantes del mundo literario. Mi aplauso entusiasmado.
En el dibujo de Camarero que ilustra este texto puede verse, segunda figura desde la izquierda, al protagonista de este artículo, aunque aún no le haya mencionado: Ezequías Blanco. El maravilloso e interesantísimo Ezequías Blanco, el creador de Los Cuadernos Del Matemático. Autor de dos libros que he leído: Décimas para Sara y Tres muñecos de vudú. Sucede que la editorial Huerga y Fierro -¡Bravo por ellos!- está publicando su obra narrativa completa (MEMORIAS DEL ABUELO DE UN PUNK, ISLANDIA 2004, SOLO HAY UNA CLASE DE MONOS QUE ESTORNUDAN, TRES MUÑECOS DE VUDÚ) y con tan buen pretexto se nos convocó a todos en la primera planta del Café Comercial. Éramos tantos que no cabíamos, pero nos daba igual, porque lo importante era estar allí, aunque no se viese el escenario, aunque algún párrafo de lo dicho en el estrado se perdiese al estar saludando a cualquier recién llegado.
Huerga y Fierro, Ezequías Blanco, el Café Comercial, Isla Grande... Cuánto agradezco pertenecer, un poquito, a ese mundo tan verdadero, lleno de alma, y feérico (que diría Javier Marías, como sinónimo de mágico).
Gracias, gracias a todos, queridos colegas, compañeros... Ezequías, Rafaeles... hermanos.
Excelsior.