“España tenía muchos más Billy el Niño que deberíamos conocer con sus nombres y apellidos”

Aroa Moreno Durán homenajea en Mañana matarán a Daniel con una crónica personal a los últimos fusilados por el franquismo cuando el dictador agonizaba

24 de Noviembre de 2025
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La escritora y periodista Aroa Moreno Durán. Foto: Carla García.
La escritora y periodista Aroa Moreno Durán. Foto: Carla García.

Hay libros catárticos que ejercen en el lector un poder sanador por muy diferentes motivos. Este de Aroa Moreno Durán (Madrid, 1981) tiene el don de reconciliarnos con la memoria y la literatura de un plumazo. Porque aúna ambos universos con una sinuosa hibridación donde sobresale la belleza en la narración de unos hechos que estremecen medio siglo después. Probablemente porque aquella herida ha seguido abierta mucho tiempo, e incluso olvidada. Hasta que la autora de La hija del comunista decidió hacer literatura para que nunca olvidemos aquellos hechos horribles. Puro arte literario como servicio público.

Esta novela llamó literalmente a sus puertas sin tener que ir a buscarla antes. ¿Es así?

Sí, es así, no esperaba escribirla, yo no conocía la historia y me la encontré al lado de mi casa, así que sí llamó literalmente a la puerta. Esa y otras casualidades que cuento en los primeros capítulos hicieron que prácticamente fuera imposible esquivar esta historia y ponerme a escribir sobre ella. Al principio pensaba que me la quitaría de encima en dos o tres meses, solo la parte de crónica más personal que va trazando esa narradora, pero luego me di cuenta de que el asunto era mucho más complicado, y necesitaba tratarlo y pensarlo sobre todo con el tiempo que requería.

“Se pasó página y estamos volviendo a cometer ese error cuando decimos que la libertad empezó en 1975”

Estamos ante una novela pero también tiene mucho de ensayo e incluso una siempre presente investigación periodística. Todo al servicio de la literatura. ¿Cómo y cuándo fue consciente de que ese sería el estilo y el tono elegidos para contar la historia de los tres jóvenes protagonistas?

Como decía en la respuesta anterior, yo empecé a escribir la parte de la crónica periodística personal y pensaba que el libro iba a ir por ahí, pero me di cuenta de que necesitaba contar la historia de ellos, y como la Historia, con mayúsculas, no me devolvía los datos que yo necesitaba para levantar una ficción pura de principio a fin tuve que arriesgarme a contarlo desde ese lugar para saber cómo vivieron, cómo se movían, cómo sintieron, cómo tuvieron miedo, cómo era la mirada de esos tres jóvenes y un poco también para poder contar sus muertes, que fueron sin testigos, a no ser que fueran militares más allá de este cura del que hablo.

Usted aún no había nacido cuando Franco ordenó la ejecución de Daniel, Hidalgo y Pito en los estertores de la dictadura. En su libro recuerda una frase que su madre le dirige de forma recurrente: “¿Por qué siempre con lo mismo?”. ¿Sigue usted sin saber responderla?

No sé muy bien de dónde viene mi sensibilidad hacia estos temas, eso es lo que no sé responder. Siempre con lo mismo porque cualquier historia ya sea contada en 2025 o la contemos después en 2030 tiene que mirar hacia atrás para ver de dónde nace, cuándo se hizo el nudo de esa historia, cuándo se hizo el conflicto. Para mí, cualquier historia que se aborde y que tenga que ver con la historia de España viene de un conflicto anterior que tiene que ver desde la guerra, que es la herida más profunda y más reciente que tenemos, a las décadas de dictadura. No sé escribir del presente sin lanzar una mirada al pasado que la explique.

¿Hay en esta obra algo parecido a un deseo de utilizar el poder catártico de la literatura para ejercer un servicio público de homenaje a la memoria histórica?

No es trabajo de la literatura hacer eso que llama ejercer un servicio público, creo que la memoria democrática o histórica o como se quiera llamar a todo ese conjunto de normas y atenciones para conseguir la verdad, la reparación y la justicia de las personas que sufrieron en la dictadura, de las víctimas, creo que eso le concierne al estado, contar la historia le concierne a los historiadores, pero la literatura, sin embargo, tiene un poder a través del lenguaje y de la búsqueda de la belleza a través del lenguaje para contarnos ciertas cosas que tienen la capacidad de remover. Si yo te digo que por la Dirección General de Seguridad de Madrid pasaron doce mil personas, eso es un dato frío que tiene un poder concreto. Ojalá supiéramos cuánta gente pasó por allí, porque está oculto muy concienzudamente, pero si yo explico con la literatura, con las herramientas del lenguaje, con el artificio de la narrativa, cómo eran esas torturas, lo que se intenta es que el estómago se dé un vuelco y propicie un cambio en esa persona que está leyendo.

“No sé escribir del presente sin lanzar una mirada al pasado que la explique”

Los hechos que usted narra aún dejan con la boca abierta de sorpresa a muchos españoles medio siglo después. ¿Por qué desconocemos tantos aspectos decisivos de nuestra historia más reciente?

Porque creo que no se han contado. Se pasó página y estamos volviendo a cometer ese error cuando decimos que la libertad empezó en 1975, y no es verdad, en verdad empezó unos años después, y la democracia. Pero creo que no nos lo están contando y que la historia sigue oculta debajo de las piedras y tienes que tropezar con ellas para levantarlas y ver que todavía hay episodios. Esto es un hecho que la gente que vivió aquello, que estaba viva en 1975, lo recuerda porque fue un acto muy violento, muy traumático, con mucha protesta internacional y dentro del país, pero es verdad que luego, con la gente que ha nacido después, como mi generación, nadie se acuerda de ellos, y eso es porque no se ha contado. A mí misma me resultó impactante que en 1975, seis años antes de que yo naciera, hubiera pena de muerte y de que se ejecutara a personas.

¿Ese desconocimiento es provocado, de algún modo de forma premeditada, por ciertas élites y estamentos sociales deseosos de extender el manto del olvido?

Sí, completamente.

En las idas y venidas desde 1975 a los comienzos de la escritura de este libro, en plena pandemia, intercala momentos de su propia vida personal, separación incluida. ¿La literatura y el compromiso social por la memoria merecen tanta dedicación exclusiva?

Ojalá yo pudiera decir de mí misma que tengo un compromiso con la memoria, mi compromiso es más con la literatura, me encantaría que fuera de otra forma. Lo que sé es que desde que murieron estas personas hasta 2020, que es otro hecho colectivo traumático, aunque queramos también borrarlo de nuestra memoria, han pasado muchos gobiernos en este país que, o bien han tirado más tierra sobre esos hechos, o bien han tomado medidas un poco tibias en mi opinión para que nosotros los conozcamos.

El dictador murió en la cama. Fue inevitable. Pero ‘el’ torturador (Billy el Niño) también, ¡y condecorado por los poderes del Estado! ¿El mundo al revés o simplemente un ejercicio premeditado de la más soez de las provocaciones que debe soportar una democracia imperfecta, como todas lo son?

Todas lo son, pero la nuestra con respecto a su historia reciente creo que se las trae. Creo que es en 2022 cuando se quitan las condecoraciones y los méritos a todas esas personas. Me parece que hemos dejado pasar muchísimo tiempo. En ese capítulo donde yo hablo de Billy el Niño, esa persona que tenía una larga hoja de servicios fue premiada el día que ejecutan a estos tres hombres del FRAP, precisamente por la desarticulación del aparato del FRAP, y ahí lo tenían. Pero España tenía muchos más Billy el Niño que deberíamos conocer con sus nombres y apellidos.

Mañana matarán a DanielAroa Moreno DuránRandom House182 páginas19,90 €
Mañana matarán a Daniel Aroa Moreno Durán Random House 182 páginas 19,90 €

 

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