Diego Sánchez Aguilar eligió crear una distopía del presente no porque no sea capaz de escribir una utopía, sino porque imaginar un futuro ideal ahora mismo es complicado. Basta con ver las películas, leer los libros o hablar con alguien: casi nadie puede construir una visión utópica, pero esto no siempre ha sido así. “Está en el ser humano actual y viene desde más atrás. La sociedad occidental no es capaz de imaginarse un futuro mejor. ¿Por qué? Esa es la gran pregunta: qué condicionamientos sociales, qué armazón ideológico y qué pensamientos construyen esa barrera. Yo creo que está relacionada con la dinámica del capitalismo, que lo llevamos en la sangre, y que no es un planteamiento, no es una opción (...) Ahora mismo el pensamiento es apocalíptico”.Ojo, y no es que este hombre sea un pesimista que nos quiere contagiar a todos, pues esta queja no es individual: es un malestar social vivido en primera persona pero replicado en la gente del alrededor que, además, cree que el origen de la crisis es el agobio o el estrés personal. Por ejemplo, refiere, en el sector de la educación pasa que los profesores sufren los recortes, los sobrelímites de trabajo y la respuesta que reciben ante la queja es que necesitan un coach para relajarse y ver la vida desde otro ángulo.“No, no necesitas un coach, necesitas un sindicato que regule tus condiciones laborales. En cambio, te hacen creer que todo es tu culpa y cada uno está en su propia burbuja pensando que es su problema, pero resulta que tenemos el mismo. Todo el mundo piensa que lo está haciendo mal, que está perdiendo el placer por trabajar, pero es un problema colectivo. Y el concepto de lo colectivo está perdido: esa es la gran derrota”. La misma que sus personajes experimentan, a pesar de los intentos de aferrarse a algo.Por eso, en esta novela no hallaremos lecciones. Simplemente porque nació de la propia impotencia por no encontrar ninguna solución. No ha vislumbrado un camino correcto o claramente válido, porque si no, en lugar de escribir, habría trabajar en ello. En todo caso, la búsqueda es que seamos conscientes de cómo somos, de cómo es el mundo, y que luego cada quien actúe como considere. Leerla y cuestionar el lugar que ocupamos es, al menos, intentar ser lo más sinceros posible.“Joder, me he quedado con mal cuerpo”, es una frase que ha escuchado de muchos lectores, evidenciando que este es uno de esos libros que punzan. Fastidiar a la gente no es uno de sus objetivos, pero sabe que a veces la lucidez no trae felicidad, y esta sí que era su pretensión: no evitar la realidad, no evitar decir cosas incómodas. “Me interesa la literatura que te golpea. No me interesa la literatura de adorno”. Aunque el camino no esté tan claro, ¿escribir puede “servir” para algo?No creo que esté todo perdido, si no, no escribiría, ni lucharía, no haría nada, y hubiese ido a congelarme. Pero si se trata de decir verdades, escribir vale para poco... Entonces, ¿cambia algo esta conversación? No. La culpa siempre está. Estado de Facebook: Estoy aquí, haciendo una literatura que lucha, voy a mandar un mensaje para que todo el mundo tome conciencia. Estado de Factbook: Soy un miserable que ha faltado al trabajo para hacer dos entrevistas, para salir en este periódico, para salir en esta radio, para vender cuatro libros más y para que mi nombre suba un peldaño más en la escalera infinita de la autopromoción.(Miquel, como editor, no puede evitar intervenir en la conversación e interpelar) Pero también es una forma de lucha, de que la gente se cuestione como mínimo… Se puede mirar así, pero no quita que lo mire de la otra forma… Te puedes sentir culpable por todo, claro, y por eso no hay lecciones, porque soy contradictorio.(Nos miramos y asentimos porque sabemos que no escapamos de las contradicciones) Bueno, en un mundo de tanta mentira, es realmente disruptivo decir la verdad. Esa es la idea. Decir la verdad es revolucionario. A nivel personal y social la literatura tiene eso. Sería más sencillo seguir alimentando mentiras, hacer ficciones que están dentro del discurso, que son las ficciones más fáciles, y no las que te hacen conocerte a ti mismo y conocer el mundo.“Para ver algo tienes que alejarte”, dice el autor de esta novela que retrata una sociedad en la que empresarios aparecen ahorcados y la criogenización es una alternativa de ¿redención?