Banana Yoshimoto y el amor incipiente tocado con la varita mágica de la sencillez

La literatura japonesa actual tiene un ejemplar listado de escritores que hacen de la sencillez una virtud difícil de igualar, una especie de especialización en el minimalismo expresivo de hondura asombrosa. Una forma de contar historias cercanas y a un tiempo universales, de manera sencilla, sin alharacas formales ni otras piruetas estilísticas. Ahí está el caso del eterno candidato al Nobel de Literatura, Haruki Murakami, que aúna situaciones cotidianas con otras menos terrenales, dotándolas de registros fantasiosos admirables. Su compatriota Banana Yoshimoto (Tokio, 1964), pseudónimo de Mahoko Yoshimoto, se suma al podio con obras de altura como la que ahora publica Tusquets bajo el título de Primer amor, que en original en japonés llevaba por título “High & Dry”.

La aportación de esta bella, singular y sencilla obra es admirable por varios motivos, más allá incluso de su exquisita sencillez. Una novela trazada con una sensibilidad que emociona

Abordar literariamente el primer amor es una tradición que ya Shakespeare llevó a los altares con su Romeo y Julieta. Pero no olvidemos tampoco los ejemplos de Jane Eyre, de Charlotte Brontë; Noches blancas, de Dostoyevski, o Primer amor, de Turguénev. La aportación de esta bella, singular y sencilla obra de Yoshimoto es admirable por varios motivos, más allá incluso de su exquisita sencillez. Una novela trazada con una sensibilidad que emociona, porque no resulta nada difícil al lector retrotraerse a aquellos años de incipiente juventud, aquellos primeros momentos en los que el corazón se altera y toda la vida adquiere un color diferente. Con todo lo bueno y malo que ello conlleva.

La trama que plantea Yoshimoto no dista mucho de cualquier situación que puedan haber vivido los propios lectores en algún momento de sus vidas: una adolescente de 14 años se enamora perdidamente de su profesor al borde de la treintena en una academia de pintura. Mientras, un padre siempre de viaje por motivos de trabajo y una madre que trabaja en una librería son los secundarios determinantes que también influyen en los sentimientos que atraviesa la joven Yuko. En definitiva, una literatura tan sencilla como emocionante y bella.