La terminología política contemporánea ha sido manipulada de manera sistemática para servir a intereses geopolíticos específicos, creando una de las mayores paradojas conceptuales de nuestro tiempo. Mientras el mundo observa con horror la devastación en Gaza, donde decenas de miles de palestinos (un pueblo semita) han perdido la vida, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y su gobierno continúan presentándose como víctimas del antisemitismo, mientras cometen lo que múltiples organismos internacionales han catalogado como genocidio contra otro pueblo semita.
Clarificaciones Etimológicas Fundamentales
Para comprender esta "paradoja", es esencial establecer definiciones precisas basadas en la etimología y el uso académico riguroso de los términos:
Los pueblos semitas son aquellos grupos étnicos y culturales asociados históricamente con el Medio Oriente y el Cuerno de África, unidos por lenguas de la familia semítica. Este término, acuñado por el historiador alemán August Ludwig von Schlözer en 1781, se deriva del nombre bíblico de Sem, uno de los hijos de Noé. Los pueblos semitas incluyen a árabes, hebreos, arameos, asirios, babilonios, cananeos, palestinos y otros grupos. Crucialmente, los palestinos son un pueblo semita, descendientes de los antiguos cananeos y otros pueblos semíticos de la región.
El Pueblo Judío constituye un grupo "etnoreligioso" específico que forma parte del conjunto más amplio de pueblos semitas. El término “judío” deriva del reino bíblico de Judá, y la identidad judía puede ser tanto religiosa como étnica. Es fundamental entender que no todos los judíos son semitas (algunos son conversos de otros orígenes) y no todos los semitas son judíos.
El Sionismo es un movimiento político nacionalista moderno, fundado formalmente por Theodor Herzl en 1897. Su objetivo central es el establecimiento y mantenimiento de un estado judío en Palestina. El sionismo es una ideología política secular que no debe confundirse con el judaísmo como religión. Existen judíos no-sionistas, sionistas no-judíos, y como documentan las fuentes académicas, históricamente muchos judíos ortodoxos se opusieron al sionismo, como sucede en la actualidad.
El antisemitismo, término acuñado en alemán en 1879 por Wilhelm Marr, se define específicamente como el prejuicio o hostilidad hacia los judíos. Paradójicamente, aunque el término incluye la palabra “semita”, desde su origen se refirió exclusivamente a la hostilidad antijudía, no a la hostilidad hacia todos los pueblos semitas. Vemos aquí una manipulación interesada, que pretende eliminar de la ecuación al pueblo palestino, como si no fueran semitas.
La manipulación conceptual del término “antisemitismo”
La investigación académica revela cómo el término “antisemitismo” ha sido sistemáticamente instrumentalización para silenciar la crítica legítima a las políticas israelíes. Esta manipulación ha sido bien documentada y podemos hacer alguna referencia, para quienes quieran profundizar en este uso interesado y perverso del lenguaje.
Según el académico británico Antony Lerman, especialista en antisemitismo, “Israel y sus partidarios han ejecutado una estrategia de ‘instrumentalización del antisemitismo’ para silenciar las voces propalestinas”. Esta estrategia convierte cualquier crítica a las políticas israelíes en supuesto antisemitismo, independientemente de su validez fáctica.
La definición de antisemitismo del International Holocaust Remembrance Alliance (IHRA), adoptada por numerosos países, ha sido criticada por académicos como Scott Ury de la Universidad de Tel Aviv, quien argumenta que “no todo el que protesta contra la guerra en Gaza lo hace porque odia u hostiliza a los judíos”. Esta definición, según múltiples análisis, ha sido utilizada para censurar un discurso político legítimo.
El fenómeno es tan prevalente que, según Palestine Legal, “aproximadamente la mitad de los incidentes de represión” que atienden anualmente “incluyen acusaciones falsas de antisemitismo, totalizando 895 incidentes desde 2014 hasta 2020”.
Netanyahu: el arquitecto de la catástrofe
Las evidencias documentales revelan que Benjamin Netanyahu no solo ha perpetrado violencia masiva contra pueblos semitas, sino que deliberadamente fortaleció a Hamas como estrategia política para impedir la formación de un estado palestino.
Financiación deliberada de Hamas: Netanyahu ha admitido públicamente que su gobierno permitió y facilitó el financiamiento de Hamas por parte de Qatar. En una rueda de prensa de mayo de 2025, declaró: “La política que condujo a permitir que Qatar transfiriera dinero a Gaza fue aceptada por unanimidad por el gabinete de seguridad”. Según documentación de prensa israelí, Netanyahu justificó esta política afirmando: “¿Por qué queríamos mantener divididos a Hamas y a la Autoridad Palestina?”.
Esta no fue una decisión aislada ni un hecho puntual. Desde 2018, Israel permitió el ingreso de maletas con aproximadamente 30 millones de dólares en efectivo mensualmente a través del cruce de Rafah. Como reporta CNN, “este apoyo ha ocurrido con el consentimiento de Israel”, y múltiples fuentes confirman que “Netanyahu autorizó la continuación de la asistencia financiera a Hamas”.
La estrategia era deliberada: como señala el Times of Israel, “la mayoría del tiempo, la política israelí fue tratar a la Autoridad Palestina como una carga y a Hamas como un activo”. El exministro Bezalel Smotrich lo expresó explícitamente en 2015, y según información publicada, Netanyahu hizo comentarios similares en reuniones del Likud en 2019.
Crímenes documentados: El 21 de noviembre de 2024, la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra Netanyahu y el exministro de defensa Yoav Gallant por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Las acusaciones incluyen el crimen de guerra de inanición como método de guerra y crímenes contra la humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos.
Evidencia de genocidio: en septiembre de 2025, una comisión independiente de investigación de la ONU concluyó por primera vez que “Israel ha cometido genocidio contra los palestinos en Gaza”. La comisión encontró que Israel cometió cuatro de los cinco actos genocidas definidos por la Convención de Genocidio:
- Asesinato de miembros del grupo
- Causar daño corporal y mental grave
- Infligir deliberadamente condiciones de vida calculadas para destruir al grupo
- Imponer medidas para prevenir nacimientos
La Realidad estadística de la violencia: Las cifras revelan la magnitud de la violencia perpetrada contra el pueblo palestino:
- Más de 66,000 palestinos han sido asesinados desde octubre de 2023
- Un estudio independiente de la London School of Hygiene & Tropical Medicine estimó que las cifras están hinchadas en aproximadamente 41%
- Datos de inteligencia israelí filtrados muestran que el 83% de los muertos en Gaza son civiles
- Más del 90% de las viviendas han sido dañadas o destruidas
La "ironía" histórica del “antisemitismo sionista”
La investigación académica documenta un fenómeno histórico sorprendente: el “antisemitismo sionista” o apoyo sionista por parte de antisemitas. Como señala el académico Joseph Massad, Theodor Herzl reconoció que “los antisemitas se convertirán en nuestros amigos más confiables”. Los primeros sionistas emplearon lenguaje similar al de los antisemitas al contrastar al “nuevo hebreo” con el estereotipo negativo del judío europeo.
Esta paradoja persiste hoy: mientras Netanyahu comete violencia masiva contra palestinos semitas, recibe apoyo de elementos de extrema derecha históricamente antisemitas que ven en el sionismo una manera de “resolver” su “problema judío” mediante el desplazamiento geográfico.
La evidencia demuestra una paradoja fundamental en el uso contemporáneo del término “antisemitismo”. El principal perpetrador de violencia sistemática contra pueblos semitas en la actualidad es precisamente quien más invoca este término para defenderse de la crítica legítima.
Netanyahu es el mayor exponente de esta barbarie y manipulación a través de sus políticas documentadas de financiamiento deliberado de Hamas, comisión de crímenes de guerra reconocidos internacionalmente, perpetración de actos genocidas contra palestinos, asesinato masivo de civiles semitas.
Se ha convertido, irónicamente, en el principal antisemita contemporáneo si entendemos el término en su significado etimológico original: hostilidad hacia los pueblos semitas.
La manipulación del término “antisemitismo” para proteger estas políticas no solo traiciona la memoria histórica del Holocausto y otras tragedias, sino que también perpetúa la violencia contra los propios pueblos semitas que el término debería, en teoría, proteger. Como señala el académico Raz Segal, “la instrumentalización del antisemitismo intensifica la discriminación y exclusión contra comunidades vulnerables, incluyendo a los judíos”.
La verdadera lucha contra el antisemitismo debe incluir necesariamente la oposición a la violencia sistemática contra todos los pueblos semitas, incluyendo a los palestinos. No puede haber justicia ni memoria histórica coherente mientras se utilice el sufrimiento judío histórico para legitimar el sufrimiento palestino contemporáneo.