El 25 de septiembre de 2025, en el marco de la 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, el Rey Felipe VI se reunió con Ahmad Al-Shara, actual presidente de Siria. Lo que para la diplomacia oficial fue un encuentro protocolario, para muchos observadores representa un ejercicio de blanqueamiento político de uno de los terroristas más buscados del mundo hasta hace apenas unos meses.
La metamorfosis de un terrorista: ¿quién es Ahmad Al-Shara?
Ahmad Husseín al-Shara, conocido durante décadas por su nombre de guerra Abu Mohamed al-Golani, es una figura que encarna la complejidad y las contradicciones de la geopolítica moderna en Oriente Medio. Nacido en Riad en 1982, este antiguo yihadista se ha convertido en presidente de Siria tras liderar la ofensiva que derrocó a Bashar al-Assad en diciembre de 2024.
Su currículum terrorista es extenso y documentado. Fue líder de la organización terrorista Frente Al-Nusra entre 2012 y 2016, y posteriormente emir de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) hasta 2024. El Departamento de Estado estadounidense ofreció hasta 10 millones de dólares por información que condujera a su arresto, clasificándolo como “terrorista global especialmente señalado” por su responsabilidad en “múltiples atentados terroristas en toda Siria, a menudo contra civiles”.
De Al-Qaeda a la Presidencia: Una Transformación Estratégica
La trayectoria de Al-Shara ilustra la evolución del terrorismo yihadista moderno. Comenzó como veterano de Al-Qaeda en Irak durante la ocupación estadounidense, donde estableció vínculos con Abu Bakr al-Baghdadi, futuro líder del Estado Islámico.
En 2012, con financiación y apoyo del entonces ISIS, fundó el Frente Al-Nusra como la rama siria de Al-Qaeda. Su grupo perpetró más de 50 atentados suicidas, incluyendo explosiones masivas en Damasco en 2011 y 2012.
Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Turquía y las Naciones Unidas designaron oficialmente a su organización como grupo terrorista.
En 2015, Al-Shara ordenó públicamente “ataques indiscriminados contra aldeas alauitas en Siria” y pidió que “los civiles rusos fueran atacados”.
La Reinvención: Del Terror a la “Legitimidad”
En 2016, Al-Shara ejecutó una maniobra estratégica crucial: rompió públicamente con Al-Qaeda para crear Jabhat Fateh al-Sham, y posteriormente, en 2017, formó Hayat Tahrir al-Sham. Esta aparente ruptura con el terrorismo internacional fue, según analistas, un cálculo político para ganar legitimidad occidental, siguiendo el modelo de otros grupos como Hamás o Hezbolá.
Las Conexiones Ocultas: HTS, Hamás y la Red Terrorista Regional
Las investigaciones revela vínculos preocupantes entre la organización de Al-Shara y otros grupos terroristas regionales. HTS ha mantenido colaboraciones con Hamás que evidencian una afinidad ideológica compartida. Ambas organizaciones expresan “apoyo mutuo a la causa palestina” y comparten el objetivo de “liberar Jerusalén”.
Al-Shara ha expresado públicamente su respaldo a Hamás durante los conflictos con Israel, organizando eventos de apoyo a Palestina y promoviendo “una visión de un superestado islamista en la región”. Tanto Hamás como HTS aparecen en las listas de organizaciones terroristas de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y las Naciones Unidas.
El patrón del blanqueamiento Occidental
Hasta diciembre de 2024, Al-Shara figuraba en la lista de los terroristas más buscados del mundo. Sin embargo, tras su ascenso al poder en Siria, Estados Unidos retiró la recompensa de 10 millones de dólares que ofrecía para encontrarle, en una reunión “pragmática” con el nuevo líder sirio.
La decisión se justificó como necesaria para “trabajar en asuntos críticos como combatir el terrorismo”, una ironía que no pasa desapercibida.
La hipocresía diplomática: cuando el pragmatismo blanquea el terror
El encuentro entre Felipe VI y Al-Shara representa un ejemplo paradigmático de cómo la diplomacia occidental puede transformar terroristas en interlocutores válidos cuando las circunstancias geopolíticas lo requieren.
La misma persona que ordenaba atentados suicidas contra civiles en 2015 ahora recibe el reconocimiento de líderes occidentales en las Naciones Unidas.
Esta transformación, en mi opinión, no se basa en una renuncia genuina al terrorismo, sino en una recalibración estratégica. Al-Shara continúa liderando una organización que mantiene control territorial a través de métodos autoritarios, aplicando la sharia, restringiendo los derechos de las mujeres y ejecutando disidentes sin juicios transparentes.
El Doble Rasero Occidental
Mientras Occidente condena el terrorismo en otras latitudes, en Siria abraza a un exlíder de Al-Qaeda convertido en presidente. Esta decisión envía un mensaje peligroso: el terrorismo puede ser perdonado si se alinea con los intereses geopolíticos occidentales.Y debería abrir algunos interrogantes sobre la financiación y los objetivos reales de estas organizaciones. La transformación de Al-Shara de terrorista buscado a líder reconocido internacionalmente ejemplifica la naturaleza selectiva de la lucha antiterrorista.
Las críticas que se gestan: un Rey en la controversia
Aunque las críticas directas al encuentro aún no han alcanzado su punto álgido en los medios españoles, el precedente histórico sugiere que la controversia es inevitable. Si respetamos profundamente el Estado de derecho, debería serlo.
La Casa Real española ya enfrentó críticas similares durante las visitas de Juan Carlos I y Felipe VI a regímenes controvertidos, incluyendo las múltiples reuniones con Bashar al-Assad entre 2001 y 2010.
La diferencia crucial es que Al-Shara no solo es un dictador, sino un ex-terrorista con las manos manchadas de sangre civil. Su transformación en figura respetable mediante el reconocimiento diplomático occidental podría entenderse como una validación del terrorismo como estrategia política viable.
Conclusión: El Peligroso Precedente del Pragmatismo
La fotografía del Rey Felipe VI estrechando la mano de Ahmad Al-Shara no es solo una imagen diplomática más. Es la representación gráfica de cómo el pragmatismo político puede blanquear el terrorismo más atroz.
Un hombre que organizó atentados suicidas contra civiles ahora recibe la legitimación de las democracias occidentales.
Este encuentro establece un precedente peligroso: si el terrorismo puede reinventarse exitosamente como movimiento de “liberación nacional”, ¿qué mensaje enviamos a las víctimas del terrorismo y a futuros grupos extremistas? La diplomacia puede requerir pragmatismo, pero no debería exigir amnesia moral.
El caso de Al-Shara demuestra que en la realpolitik moderna, la diferencia entre terrorista y estadista puede ser simplemente una cuestión de tiempo, oportunidad y conveniencia geopolítica. Una lección inquietante que resonará mucho más allá de los pasillos de las Naciones Unidas.