Red Eléctrica ha comunicado al Ministerio de Transición Ecológica y a la CNMC que en las últimas semanas se han registrado variaciones “bruscas” de tensión en la red peninsular. Aunque los valores han permanecido dentro de los límites legales, tales oscilaciones podrían ser el aviso de debilidades sistémicas si no se corrigen con urgencia. Ante ello, el regulador ha dado luz verde a medidas provisionales mientras se desarrolla un nuevo esquema operativo.
Señales de fragilidad en la red
Red Eléctrica describe las variaciones como “rápidas” y potencialmente peligrosas si no se ajustan los procedimientos de operación eléctrica. El operador vincula estos fallos a la interacción entre fuentes renovables, cuya producción puede cambiar en segundos, y plantas convencionales con baja agilidad de respuesta. Esa combinación eleva el riesgo de desconexiones automáticas.
En las últimas dos semanas, el sistema ha soportado picos de tensión fuera de lo habitual, aunque sin colapsos abiertos. Red advierte que, aunque los parámetros se mantienen dentro de los límites, la acumulación de estrés en el sistema podría llevar a que una falla menor desencadene una reacción en cadena.
La intervención de la CNMC: medida temporal bajo vigilancia
El regulador ha abierto un trámite de urgencia para modificar varios procedimientos eléctricos (programación, restricciones técnicas, control de tensión) con carácter temporal. Esa tramitación permite incorporar mejoras rápidas mientras se diseña un modelo más estable.
La CNMC advierte que estas intervenciones podrían elevar los costes para la demanda o reducir la oferta de servicios de balance, especialmente en momentos de tensión extrema. Por eso, insiste en que estas medidas sean excepcionales y evaluadas con rigor durante su vigencia.
El gobierno ha pedido que todos los agentes cumplan con sus obligaciones para preservar “el buen funcionamiento del sistema”. De modo que la responsabilidad recae ahora no solo en el operador eléctrico, sino en cada actor del sistema energético.
Condiciones estructurales que no desaparecieron con el apagón
El apagón del 28 de abril fue el catalizador, pero las causas siguen presentes. Un crecimiento masivo de instalaciones conectadas mediante electrónica de potencia (paneles solares, baterías, dispositivos digitales) ha reducido la carga neta sobre las redes de transporte. En momentos de elevada producción renovable, la red de transporte queda tan “descargada” que pequeños cambios en generación afectan significativamente la estabilidad de tensión.
Muchas de esas instalaciones no están preparadas para regular tensión de forma dinámica. No tienen la velocidad de reacción necesaria. Y en los puntos donde la red ya está operando al límite, esa falta de regulación se convierte en riesgo latente. El diseño del sistema eléctrico español se enfrenta ahora al desafío de alinear el nuevo mix energético con una infraestructura que debe adaptarse o morir ante la variabilidad.
Este episodio no es solo una alerta técnica: es una llamada de atención política. La red eléctrica es infraestructura estratégica, no margen. Cada variación abrupta es un pulso que prueba la solidez institucional, la coherencia regulatoria y la capacidad de anticipación del Estado. Las medidas provisionales son necesarias, pero no bastan: la estabilidad del futuro eléctrico exige reformas profundas y una visión de largo plazo.