España huele a elecciones

Las manifestaciones en todo el país en protesta contra el exterminio del pueblo palestino dan un balón de oxígeno a la maltrecha izquierda española y europea

04 de Octubre de 2025
Actualizado a las 8:45h
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Una imagen de las manifestaciones contra el genocidio de Gaza celebradas ayer en toda España
Una imagen de las manifestaciones contra el genocidio de Gaza celebradas ayer en toda España

España huele a elecciones anticipadas. La noticia bomba de ayer sobre los 95.000 euros sin justificar para José Luis Ábalos ha vuelto a disparar las especulaciones sobre la presunta financiación ilegal del PSOE. La foto de ese sobre con el membrete del partido, relleno con el fajo de la comisión, resulta letal por mucho que no demuestre nada. No servirá para acreditar que el exministro de Transportes estaba siendo untado, bajo manga, por Ferraz, ya que él mismo pudo ingresar el dinero por otros conceptos y meterlo en ese sobre, pero mediáticamente hace mucho daño. El desplome del PSOE en las encuestas puede ser antológico y Moncloa ya está sopesando posibles escenarios, entre ellos, la posibilidad de convocar comicios. Mejor salvar los muebles ahora que una debacle en el 27, cuando el escándalo esté instruido en toda su fatal dimensión y no haya nada que rescatar del lodazal, ni siquiera el cartel luminoso con el puño y la rosa.

Sánchez ha repetido por activa y por pasiva que agotará la legislatura, pero hay indicios crecientes que apuntan a que podría poner las urnas si la situación va a peor en las próximas semanas. Y eso que la actual coyuntura, como suelen decir los sesudos analistas, no es especialmente mala para el Gobierno. Con la economía viento en popa a la cabeza de Europa, con el paro bajando y los estudiantes movilizándose otra vez en la calle, como en las manifestaciones multitudinarias por el “No a la guerra” de Irak de 2003 (esta vez en apoyo al pueblo palestino y contra el genocidio), aún le quedan algunos clavos ardiendo a los que agarrarse. Pocos, pero los tiene. Podría decirse que hay partido, por emplear un término futbolero/cholista. Sin embargo, el horizonte judicial es preocupante para la gran familia socialista. Begoña Gómez atada al poste de la hoguera para que el populacho la someta al auto de fe (más Peinado repartiendo querellas como naipes, a diestro y siniestro, contra los políticos y periodistas críticos con su investigación); el hermano músico del premier poco más o menos; el caso Koldo supurando cosas muy feas; y el fiscal general del Estado sentenciado de antemano (pese a que es inocente y su proceso ha sido una injusta caza de brujas propia de estados totalitarios). Si Sánchez sale airoso de esta no es que sea un experto en el manual de resistencia, es que es Harry Houdini revivido. Al presidente del Gobierno la derecha política, judicial y mediática lo tiene cabeza abajo, colgado por los pies, inmovilizado con una camisa de fuerza, envuelto en cadenas de hierro con candados (con la llave perdida por ahí) y a punto de ser echado a un depósito de agua hirviendo. Nadie puede escapar de algo así. Nadie salvo Sánchez. A Sánchez tú lo dejas en medio del desierto con una cantimplora vacía y consigue llegar a la civilización, aunque sea a rastras. A Sánchez lo metes en la Flotilla rumbo a Gaza, los piratas del criminal de guerra Netanyahu le hunden el barco de un torpedazo (como quiere hacer el salvaje Abascal con el Open Arms) y él llega a puerto a nado, ya sea a crol, a braza, o a espalda, pero con el carné del partido entre los dientes. Fijo que llega. A Sánchez nunca hay que darlo por muerto.

España huele a elecciones, es verdad, pero el muerto aún está muy vivo. Y más después del último as que el presidente del Gobierno se ha sacado de la manga, esa movilización general de miles de ciudadanos conmocionados con el horror de tantos niños asesinados y mutilados. Esta izquierda adormilada y naíf solo se rebela cuando ya no hay más remedio. “Orgullo de país”, dice la ministra Mónica García. Vale, orgullo de país. Pero podríamos haber sacado el orgullo un poquito antes, no ahora que ya vamos por 65.000 muertos. ¿Dónde se han metido todo este tiempo de genocidios las oenegés, los estudiantes, los sindicatos, las gentes de la cultura y los partidos de la izquierda a la izquierda y más a la izquierda aún del PSOE? Quién sabe. Sesteando como sestea Woody Allen. El genio neoyorquino le ha comentado a Thais Villas que no sabe no contesta sobre el holocausto palestino porque no tiene nada que decir, o sea que se ha quedado mudito total. El rey del humor inteligente dice que no tiene nada inteligente que añadir ante tanta matanza. Qué contradicción; qué decepción, señor Woody. En realidad, lo que le ocurre al viejo hipocondríaco de Brooklyn es que pasa palabra y mete la cabeza debajo del ala para no tener que enfrentarse el lobby judío que le paga sus películas. O quizá le falte valor para alzar la voz ante los crímenes de guerra que pasan ante sus ojos de espectador indolente, como le ocurría a Boris Grushenko, aquel personaje de una de sus parodias que, cuando un general le preguntaba aquello de “¿No es usted el joven cobarde del que habla todo San Petersburgo?, él respondía con frescura: “No tan joven, tengo 35 años”. Tanta intelectualidad, tantos guiones brillantes, tanta crítica mordaz y subversiva para terminar callando ante las mortajas de los niños asesinados por el carnicero de Gaza. Las ocurrencias del anciano cineasta ya no nos hacen tanta gracia como antes. Poca broma con lo de Gaza.

Sánchez saca a la calle a los jóvenes por una causa noble y justa en la última batalla antes del advenimiento del fascismo. Mientras tanto, Feijóo sigue dejando obras maestras de la incoherencia, Tellado se frota las manos con el ministerio que le va a dar el jefe y Ayuso a lo suyo, a sus pijadas, al teatro del absurdo y a seguir mofándose del genocidio palestino. Asquea tanto esta gente inhumana e indecente, revuelve tanto las tripas la niñata de Chamberí, que dan ganas de votar a este Gobierno por muy corrupto que sea. ¿Dónde está la pinza para ponerla ya en la nariz?

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