España busca posición propia ante China en un escenario global más competitivo

La visita de Estado a Chengdú y Pekín apunta a reforzar la presencia empresarial española y asegurar condiciones estables en el mercado chino, en un contexto marcado por la reconfiguración de cadenas de suministros y nuevas dependencias estratégicas

11 de Noviembre de 2025
Actualizado a las 12:10h
Guardar
España busca posición propia ante China en un escenario global más competitivo

El viaje de los Reyes a China ha situado el foco en la necesidad de establecer garantías para la actividad de las empresas españolas en el país. La interlocución con el Gobierno chino y las grandes corporaciones locales busca asegurar un marco operativo estable y recuperar márgenes de negociación en sectores estratégicos, desde renovables hasta automoción, agroalimentario y farmacéutico.

La visita de Estado a China se ha planteado menos como gesto protocolario y más como un movimiento para afianzar la presencia económica española en un espacio donde la competencia internacional se ha intensificado. En Chengdú, Felipe VI remarcó ante representantes empresariales de ambos países la necesidad de “certidumbre, apertura y seguridad jurídica” para las compañías españolas que operan en el gigante asiático, recordando que parte de ellas se encuentran con barreras regulatorias, cargas arancelarias y limitaciones de acceso que erosionan su capacidad de mantenerse y crecer en el mercado.

No se trata solo de abrir oportunidades, sino de preservar posiciones ya consolidadas. Sectores como el agroalimentario —con el porcino como caso más visible— o la automoción han vivido en los últimos años oscilaciones que no responden únicamente a razones económicas, sino también a decisiones estratégicas del Gobierno chino y al movimiento global hacia cadenas de suministro más controladas y menos expuestas.

Una relación económica que necesita instrumentos más simétricos

España acude a esta negociación con un mensaje claro: ser socio de China no implica aceptar condiciones asimétricas. El argumento de Felipe VI en Chengdú, asumido por los representantes del Gobierno presentes, se apoyó en dos elementos: la relevancia de España como puerta de entrada a la UE y la conexión directa con América Latina, donde las empresas españolas cuentan con décadas de implantación y conocimiento del terreno.

La oferta se formula en clave pragmática: España puede ser plataforma de acceso y cooperación, pero esa articulación exige marcos estables y reglas previsibles.
Las empresas no negocian en abstracto: responden a ritmos de inversión, ciclos de innovación y exigencias de sostenibilidad que requieren continuidad.

La intervención del ministro de Economía, Carlos Cuerpo, insistió en el mismo diagnóstico: en un escenario de incertidumbre global, la política industrial depende de alianzas duraderas, no de movimientos puntuales. China no es un destino ocasional para las empresas españolas, sino uno de los centros de la economía mundial, un espacio donde la presencia se disputa posición a posición.

Renovables, automoción y sector farmacéutico: nodos donde se juega el futuro industrial

El interés por la cooperación en energías renovables y fabricación de baterías adquiere aquí un papel central. La presencia de la empresa CATL, principal fabricante mundial de baterías, y su proyecto de gigafactoría en Zaragoza, confirma un punto clave: el futuro industrial europeo pasa por asegurar producción propia y reducir dependencias en componentes críticos.

La declaración del copresidente de CATL, Pan Jian, agradeciendo el acompañamiento institucional y administrativo del Gobierno español, no es una cortesía diplomática: expresa la relevancia de que el Estado actúe como aliado estratégico en proyectos de reconversión y transición industrial.

Aquí no se discute solo industria. Se discute modelo de país: qué capacidades se desarrollan dentro, qué cadenas de valor se controlan, qué empleo se genera y en qué condiciones.
La mención expresa de Pan a la apuesta española por las energías renovables sitúa este proyecto en la línea de una transición energética que no se puede cerrar sin industria asociada.

Diplomacia económica y poder blando: un viaje que se construye hacia adelante

Los viajes de Estado no resuelven desequilibrios estructurales en tres días. Pero fijan señales.
El mensaje que se ha buscado transmitir en Chengdú y Pekín es doble:

  1. España no está en China como economía secundaria, sino como socio con capacidad de aportar valor añadido.

  2. La cooperación debe sostenerse en reglas claras, no en gestos bilaterales puntuales.

La presencia empresarial española en China es consistente, pero vulnerable a cambios normativos o variaciones en condiciones arancelarias. Por eso el proceso diplomático se centra en garantizar estabilidad.

El viaje también consolida la línea abierta en abril durante la visita de Pedro Sánchez a Pekín: fijar una hoja de ruta continua, no episódica, con prioridades definidas y mecanismos de seguimiento. No es un viaje de clausura. Es uno de los que abren proceso. Lo relevante ahora no es el discurso en Chengdú, sino qué negociaciones se activan desde mañana: qué mesas se reabren, qué marcos se revisan y qué sectores ven reforzada su posición.

Lo + leído