La desclasificación de documentos de la CIA ha vuelto a poner en el foco mediático uno de los episodios más controvertidos de la política exterior estadounidense de los últimos años. Los documentos hechos públicos ayer revelan que en 2016, el entonces vicepresidente Joe Biden del gobierno de Obama, ordenó expresamente a la Agencia Central de Inteligencia que no distribuyera un informe sensible sobre las preocupaciones de funcionarios ucranianos respecto a los vínculos comerciales “corruptos” de su familia en Ucrania. Concretamente, de su hijo, Hunter Biden.
Esta revelación, que llega tras años de investigaciones republicanas, encuentra un eco particular en el trabajo de investigación que ha venido desarrollando el periodista Lorenzo Ramírez junto a César Vidal en sus programas semanales en cesarvidal.tv. Ambos analistas han documentado meticulosamente durante más de tres años las conexiones entre la familia Biden y los negocios ucranianos, especialmente tras el análisis del contenido del ordenador portátil de Hunter Biden.
El Informe Enterrado y sus Revelaciones
El director de la CIA, John Ratcliffe, ha desclasificado un correo electrónico fechado el 10 de febrero de 2016 que demuestra cómo el equipo de Biden intervino para evitar la distribución de un informe de inteligencia sobre la visita del vicepresidente a Kiev en diciembre de 2015. El correo, marcado originalmente como “SECRETO”, contiene una frase lapidaria: “Acabo de hablar con el VP/NSA y preferiría que el informe no se difunda. Gracias por comprenderlo”.
Los funcionarios de la CIA describieron esta supresión como “extremadamente rara”, y el ex director John Ratcliffe la calificó como un ejemplo preocupante de “politización de la inteligencia”. El documento reveló que los funcionarios ucranianos expresaron “desconcierto y decepción” por la visita de Biden, considerando que había venido exclusivamente para dar “un discurso público genérico” sin intención de discutir asuntos sustanciales.
Las preocupaciones ucranianas sobre la doble moral
Particularmente revelador es el contenido sobre las preocupaciones ucranianas respecto a los vínculos familiares de Biden. El informe detalla que los funcionarios del gobierno de Petro Poroshenko “reflexionaron privadamente sobre el escrutinio mediático estadounidense de los supuestos vínculos de la familia del vicepresidente estadounidense con prácticas comerciales corruptas en Ucrania”.
Los funcionarios ucranianos vieron estos vínculos como “evidencia de un doble estándar dentro del gobierno estadounidense hacia asuntos de corrupción y poder político”. Esta observación resulta especialmente significativa dado que Biden lideraba los esfuerzos anticorrupción de Estados Unidos en Ucrania en aquel momento.
Hunter Biden y Burisma: el contexto del conflicto
En abril de 2014, Hunter Biden se incorporó a la junta directiva de Burisma Holdings, la mayor empresa de gas natural privada de Ucrania, propiedad del oligarca Mykola Zlochevsky. Su nombramiento sorprendió tanto en Ucrania como en Estados Unidos, ya que carecía de experiencia previa en el sector energético o en Ucrania.
La posición era extremadamente lucrativa, pues Hunter Biden recibía hasta 50.000 dólares mensuales, una cantidad significativamente superior a la que percibían consejeros de empresas como Apple o Meta en aquel período. Los registros de pagos examinados por Reuters indican que Burisma desembolsó aproximadamente 3,4 millones de dólares a una empresa controlada por Devon Archer, socio comercial de Hunter Biden.
Los propios funcionarios de la administración Obama expresaron preocupación por el potencial conflicto de intereses. George Kent, entonces subjefe de misión interino en la embajada estadounidense en Kiev, advirtió en 2015 que “la presencia de Hunter Biden en la junta de Burisma era muy incómoda para todos los funcionarios estadounidenses que impulsaban una agenda anticorrupción en Ucrania”.
La presión para destituir al fiscal Shokin
El contexto se complica con la presión ejercida por Joe Biden para destituir al fiscal general ucraniano Viktor Shokin en 2016. Biden amenazó con retener mil millones de dólares en garantías de préstamo estadounidenses a menos que Shokin fuera destituido. En una conferencia del Council on Foreign Relations en 2018, Biden se jactó del episodio: “Les dije: ‘Me voy en seis horas. Si el fiscal no es despedido, no van a recibir el dinero’. Pues, hijo de perra, lo despidieron”.
Aunque funcionarios estadounidenses y europeos argumentan que Shokin fue destituido por no perseguir la corrupción de manera efectiva, el momento de su destitución coincidió con las investigaciones sobre Burisma. Los críticos señalan que esta presión benefició indirectamente a Hunter Biden, aunque las investigaciones sobre Burisma se centraban en períodos anteriores a su incorporación a la empresa.
El Trabajo de Investigación de César Vidal y Lorenzo Ramírez
El periodista Lorenzo Ramírez y el analista César Vidal han sido pioneros en España en la investigación de estos vínculos. En sus programas semanales en cesarvidal.tv, especialmente en “El Gran Reseteo” y “Hunter Biden en Ucrania”, han documentado no solo las conexiones comerciales, sino también las implicaciones geopolíticas más amplias.
Ramírez y Vidal revelaron en abril de 2022 documentos oficiales que probaban “la implicación de Hunter Biden en las operaciones de guerra biológica del Pentágono en suelo ucraniano con la colaboración de los servicios de inteligencia”. Sus investigaciones conectan el contenido del ordenador portátil de Hunter Biden con información publicada por el Ministerio de Defensa ruso y el proyecto del “Gran Reseteo” del Foro Económico Mundial.
Los análisis de ambos investigadores han sido particularmente preclaros al conectar los negocios de la familia Biden en Ucrania con dinámicas geopolíticas más amplias. Como señaló Ramírez en uno de sus programas, “desde que llegó Biden a la Casa Blanca se mandaron tropas occidentales al Báltico mientras representantes de la Administración, con el propio presidente a la cabeza, amenazaban con destruir infraestructuras rusas”.
Las Revelaciones del Congreso Republicano
Las investigaciones del Congreso estadounidense, lideradas por el representante James Comer, han revelado que la familia Biden y sus asociados recibieron más de 20 millones de dólares de entidades extranjeras. Solo de Ucrania, la familia Biden habría recibido 6,5 millones de dólares.
Comer, presidente del Comité de Supervisión de la Cámara, describió la supresión del informe de la CIA como “una enorme encubrimiento” y añadió: “El encubrimiento puede ser peor que el crimen”. Los republicanos argumentan que esta revelación vindica sus investigaciones sobre lo que califican como “el esquema de tráfico de influencias de la familia Biden”.
El Perdón Presidencial: La Consumación del Encubrimiento
En un giro que muchos consideran la admisión final de culpabilidad, Joe Biden concedió el 1 de diciembre de 2024 un perdón “completo e incondicional” a su hijo Hunter Biden, apenas semanas antes de abandonar la Casa Blanca. Esta decisión representa una flagrante contradicción con las promesas públicas que había hecho durante meses de no interferir en el proceso judicial contra su hijo.
Lo más significativo del perdón presidencial no son solo los delitos específicos por los que Hunter había sido condenado, sino su alcance temporal extraordinariamente amplio. El perdón cubre “todos los delitos federales que pueda haber cometido o en los que pueda haber participado durante el período del 1 de enero de 2014 al 1 de diciembre de 2024”.
Esta fecha de inicio resulta especialmente interesante: enero de 2014 marca exactamente el período que incluye toda la controversia de Burisma, ya que Hunter Biden se incorporó al consejo directivo de la empresa ucraniana en abril de 2014. Como señala Radio Free Europe, el perdón “incluye toda la controvertida etapa de Hunter Biden como miembro del consejo de la empresa de gas natural ucraniana Burisma Holdings”.
El perdón adquiere una dimensión particularmente siniestra cuando se contextualiza con las revelaciones de la CIA desclasificadas apenas dos meses después. El hecho de que Biden haya otorgado un perdón que cubre específicamente el período de Burisma (2014-2019) y que posteriormente se hayan revelado documentos que muestran cómo suprimió informes de inteligencia sobre estas mismas conexiones sugiere un patrón de encubrimiento sistemático.
Repercusiones internacionales
Las revelaciones han tenido repercusiones internacionales, aunque de momento, en España, no se ha comentado prácticamente nada al respecto, a pesar de la gravedad de los hechos. Kirill Dmitriev, jefe del fondo soberano de Rusia y asesor del Kremlin, alegó que Biden “provocó la guerra en Ucrania para encubrir la corrupción de su familia”. Dmitriev citó los correos desclasificados de la CIA y el ordenador portátil de Hunter Biden como evidencia de que Biden buscó enterrar informes sobre los negocios familiares en Ucrania.
Sin embargo, funcionarios ucranianos y occidentales desestiman estas afirmaciones como propaganda rusa diseñada para desacreditar el apoyo estadounidense a Kiev. La Casa Blanca ha declarado que no existe evidencia de que Biden ordenara ningún encubrimiento de la CIA.
Los documentos desclasificados llegan en un momento de tensión máxima en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, con la guerra de Ucrania como telón de fondo. La revelación plantea serias preguntas sobre la integridad de la toma de decisiones en política exterior cuando existen conflictos de interés familiares.
El caso también ilustra las complejidades de la lucha anticorrupción cuando los propios líderes que la promueven enfrentan cuestionamientos sobre sus propias conexiones. Como señalaron los funcionarios ucranianos en 2015, percibían “un doble estándar dentro del gobierno estadounidense” respecto a la corrupción.
Los trabajos de investigación de César Vidal y Lorenzo Ramírez continúan siendo una referencia fundamental para comprender estas dinámicas. Sus análisis, disponibles en cesarvidal.tv, han proporcionado un marco interpretativo que conecta los negocios familiares con las decisiones de política exterior, ofreciendo una perspectiva crítica que ha resultado profética en muchos aspectos.
La desclasificación de estos documentos no solo arroja luz sobre episodios específicos del pasado, sino que plantea preguntas fundamentales sobre la transparencia, la rendición de cuentas y los conflictos de interés en las altas esferas del poder estadounidense.