Algunas de las familias de las víctimas de la DANA que arrasó Valencia hace un año han denunciado el maltrato recibido durante el funeral de Estado celebrado ayer, 29 de octubre, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Entre las voces más críticas destaca la de Yolanda Garrido, quien perdió a su hermano Jorge, su cuñada Raquel Pagán y su sobrino de cuatro años, Neizan, y que protagonizó uno de los momentos más tensos del acto al interpelar directamente al presidente del Gobierno y al presidente de la Generalitat.
Garrido calificó la ceremonia como un “funeral de cartón piedra” o “funeral del blanqueo”, denunciando que todo estuvo “perfectamente planificado” para evitar que las familias críticas pudieran expresarse libremente. En declaraciones al programa ‘El Análisis. Diario de la Noche’ de Telemadrid, la familiar afectada relató que ella y su familia recibieron las entradas de acceso al funeral a las cuatro de la tarde del mismo día 29 de octubre, a pesar de que el acto estaba previsto para las seis de la tarde. “Estaba todo planificado, tan planificado que hoy, día 29 de octubre, yo a las 4 de la tarde todavía no tenía las entradas de acceso. Ni yo, ni ninguno de mis familiares, ni amigos íntimos de la familia. Han intentado dejarnos en la calle”, denunció Garrido.
La situación se agravó, según su testimonio, una vez dentro del recinto. “Nada más entrar, nos han impuesto a mi familia, a mi padre y a mí, seis escoltas que nos han acompañado hasta al baño, literal, no nos han dejado ni un momento”, explicó Garrido. Según su relato, las autoridades temían “que la verdad se destapase o que la gente hablase con sinceridad”. Este control férreo sobre determinadas familias contrasta con el trato dado a otros asistentes, a quienes la afectada califica como “víctimas politizadas” que sí tuvieron voz en el acto.
Durante el funeral, Garrido interrumpió el silencio del recinto con un grito dirigido tanto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como al presidente de la Generalitat, Carlos Mazón: “Ni el presidente del Gobierno, ni el presidente de la Generalitat, sois todos cómplices, sois asesinos, sois traidores a vuestro país. El galgo de Paiporta, que dé la cara. El galgo de Paiporta, que ha traicionado a todos los españoles. Saliste corriendo como un galgo”. Su intervención fue aplaudida por algunos asistentes y se ha hecho viral en redes sociales.
La familia de Garrido sufrió una de las pérdidas más dramáticas de la tragedia. Su hermano Jorge, de 45 años, su cuñada Raquel, de 43, y su sobrino Neizan, de cuatro años, salieron el 29 de octubre de 2024 desde Calicanto hacia el colegio de Aldaya para recoger al niño. Según Garrido, “no llovía” cuando circulaban, pero “una ola de más de cinco metros arrasó por donde él pasaba y se llevó a él y a su familia por delante”. Los tres cuerpos fueron hallados días después en los campos cercanos al Barranco del Poyo.
Las denuncias de maltrato institucional no se limitan a Garrido. La presidenta de la Asociación de Víctimas de la DANA, Mariló Gradolí, había manifestado ya antes del funeral que “es un acto de maltrato que Mazón vaya al funeral de Estado; su presencia duele y reabre heridas”. Las asociaciones de víctimas habían solicitado expresamente que el president de la Generalitat no acudiera al acto, petición que fue ignorada.
La llegada de Mazón al Museo de las Ciencias provocó abucheos e increpaciones por parte de algunos familiares, que le gritaron “rata cobarde”, “asesino”, “responsable” y “nos has arruinado la vida”. Al finalizar el acto, las protestas se repitieron dentro del recinto con gritos de “Mazón dimisión” y “tú de comida y recogiendo premios y mi hermana ahogándose”.
Garrido subraya que las familias críticas con la gestión han sido sistemáticamente ninguneadas: “Nos han faltado el respeto una vez más. Solo se han reunido, la gente con la que se han reunido, son las manos derechas suyas, que son las víctimas politizadas. Lo tenían muy planificado. Esas mismas víctimas les han dado palabra y voz en Europa. Y a nosotros, que no estamos de parte de nadie, estamos solamente de parte de la verdad, se nos silencia. Se nos ningunea. Se nos ponen miles de zancadillas”.
La familiar afectada cerró su testimonio explicando por qué decidió alzar la voz durante el acto: “Mi hermano me da la fuerza y mi hermano era un luchador y mi hermano no hubiese consentido que me hubiese quedado callada. Mi hermano quiere que sus voces y las voces de cientos y cientos de personas asesinadas tengan palabra, tengan, se escuchen, no sean ahogadas una vez más. Así que lo siento mucho, me la llevé muy mal, no quería faltar el respeto a ningún familiar, pero ya nos lo están faltando a nosotros”.
El funeral de Estado, que contó con la asistencia de los Reyes, el presidente del Gobierno y numerosas autoridades, se celebró en un ambiente de máxima seguridad. El dispositivo incluyó escoltas personalizados para determinados asistentes y un férreo control de accesos. Cada familia podía acudir con hasta cuatro acompañantes mediante invitación personal e intransferible.
A pesar del estricto protocolo de seguridad, el acto no pudo evitar momentos de tensión. Varios asistentes portaban camisetas negras con mensajes como “Eran muertes evitables” o “Asesinos, cómplices, traidores”. El ambiente de dolor se mezcló con la rabia de quienes exigen justicia y responsabilidades por una tragedia que costó la vida a 237 personas: 229 en Valencia, siete en Castilla-La Mancha y una en Málaga.